Boletín Oficial de la Junta de Andalucía - Histórico del BOJA Boletín número 92 de 16/05/2025

3. Otras disposiciones

Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional

Corrección de errores de 13 de mayo de 2025, de la Dirección General de Ordenación y Evaluación Educativa, por la que se convocan las pruebas de acceso a las Enseñanzas Artísticas Superiores en la Comunidad Autónoma de Andalucía para el curso 2025/2026, se determinan aspectos de organización de las mismas y se establece el calendario de actuaciones del procedimiento ordinario de acceso, admisión y matriculación en los centros docentes públicos. (BOJA núm. 80, de 29 de abril de 2025).

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La Resolución de 22 de abril de 2025, de la Dirección General de Ordenación y Evaluación Educativa, hizo publica la convocatoria de las pruebas de acceso a las Enseñanzas Artísticas Superiores en la Comunidad Autónoma de Andalucía para el curso 2025/2026, se determinaban aspectos de organización de las mismas y se establecía el calendario de actuaciones del procedimiento ordinario de acceso, admisión y matriculación en los centros docentes públicos.

Advertido error material en la relación de obras y textos que figuran en el Anexo VI de la Resolución de 22 de abril de 2025, se procede a la modificación de las obras para la realización del ejercicio 2 en el itinerario de interpretación musical en los términos que se recogen a continuación:

Página 5931/17.

- Donde dice:

Monólogo femenino: Las brujas de Salem.

Libreto: Arthur Miller.

Abigail: Pues... me enseñaste la bondad, por lo tanto eres bueno. Fue un incendio por donde me condujiste, y en él se quemó toda mi ignorancia. Era fuego, John, llamas las que nos envolvían. Y desde aquella noche ya ninguna mujer se atreve a llamarme mala pues yo sé qué contestarle. Antes lloraba yo por mis pecados, cada vez que el viento levantaba mis polleras; y enrojecía de vergüenza porque una Rebecca cualquiera me llamaba perdida. Pero entonces viniste tú y quemaste mi ignorancia. ¡Y pude verlos a todos, desnudos como árboles en invierno... yendo a la iglesia como santos, corriendo a alimentar a los enfermos, pero hipócritas en el fondo! ¡Y Dios me dio fuerzas para llamarlos mentirosos, y Dios hizo que los hombres me escuchasen, y, por Dios, por su amor barreré este mundo hasta que quede limpio! ¡Oh, John, qué esposa seré para ti cuando el mundo esté limpio otra vez! (ella le besa la mano con gran emoción.) Te asombrará verme cada día como una luz del cielo en tu casa, una... (Él se pone de pie y retrocede asustado, atónito.) ¿Por qué estás tan frío?

- Debe decir:

Monólogo femenino: La llamada.

Autores: Javier Ambrossi y Javier Calvo.

Bernarda: Ya me gustaría a mí que nos hubiéramos conocido en otras circunstancias. Pero no. (Bernarda encuentra la botella de vodka.) Resulta que el primer día de mi primer campamento como coordinadora, me encuentro con dos adolescentes prófugas y alcohólicas que se aprovechan de la bondad de la hermana Milagros para hacer lo que les viene en gana. (Lee la etiqueta de la botella.) Eristoff. Soy la madre Bernarda de los Arcos. He venido a sustituir a la pobre madre Magdalena, que después del incidente en la gymkana de ayer, no va a volver. (Milagros se santigua).

Sois las más mayores del campamento. Y en vez de dar ejemplo, me han contado que vosotras dos venís aquí de cachondeo, que esto (alzando las manos hacia la cruz) no os interesa para nada, y que os creéis muy... «guays». Pero conmigo aquí no. Aquí la guay soy yo. Y ya que no os integráis en el grupo y que a vosotras os gusta mucho ir por libre, mientras vuestras compañeras disfrutan de unas jornadas de piragüismo y reflexión en Palazuelos del Eresma, vosotras vais a estar todo el fin de semana castigadas. Encerradas aquí́, venga un tsunami o el terremoto de Lorca. Aquí. Con la hermana Milagros de vigilante jurado, y vosotras haciendo lo que yo os diga. Milagros, dales las gracias. Te has quedado sin piragüismo. (Mira a Milagros).

Para una vez que tenéis una coordinadora joven y dinámica... Es que sois tontas de remate. Podríamos estar ahora haciendo unos números musicales, que a mí me encanta la música. Pero en vez de eso, vais a dejar todas las habitaciones como los chorros del oro. Y si no, cogemos el teléfono, y le contamos a vuestros padres que sois muy dadas a escaparos al pueblo y que, probablemente, una de las dos sea drogadicta. ¿Queríais una sargento? Pues ya la habéis conseguido. (Bernarda se va.)

Página 5931/18.

- Dónde dice:

Monólogo masculino: Las brujas de Salem

Libreto: Arthur Miller.

Proctor (su voz a punto de quebrarse, grande su vergüenza): En el sitio apropiado... donde se acuestan mis animales. En la noche que puso fin a mi alegría, hace unos ocho meses. Ella entonces me servía, señor, en casa. (Tiene que apretar los dientes para no llorar.) Un hombre puede creer que Dios duerme, pero Dios lo ve todo, ahora lo sé. Os ruego, señor, os ruego..., vedla tal como es. Mi mujer, mi buena y amada esposa, poco después tomó a esta muchacha y la echó a la calle. Y siendo como es, un terrón de vanidad, señor... (Está agobiado.) Perdonadme, Excelencia, perdonadme. (Enojado consigo mismo, vuelve la espalda al Comisionado por un momento. Luego, como si el grito fuese el único medio de expresión que le quedase.) ¡Pretende brincar conmigo sobre la tumba de mi mujer! Y bien podría, puesto que fuí blando con ella. Dios me ayude, obedecí a la carne y en esos sudores queda hecha una promesa. Pero es la venganza de una ramera, y así tenéis que verlo; me pongo enteramente en vuestras manos. Sé que ahora habréis de verlo.

- Debe decir:

Monólogo masculino: A Chorus Line.

Libreto : James Kirkwood y Nicholas Dante.

Paul: ¡¡No!! Ah... (Avanza hacia proscenio.). O.K... De tanto ver películas musicales, me dio por bailar en plena calle y me pillaban todo el tiempo. ¡Vamos, me moría de la vergüenza! Yo siempre era la bailarina Cyd Charisse... siempre. Lo que en realidad no entiendo, porque yo siempre quise ser actor. Digo, siempre quise estar en un escenario... Una vez mi prima me dijo: “Jamás vas a ser actor”, y sabía que me lo estaba diciendo porque yo era muy... mariquita. Mejor dicho, era muy, muy afeminado... Siempre había sabido que era “gay”, pero nunca me molestó. Lo molesto, era no saber portarme como los hombres. Un día, me vi la figura en el espejo y dije: “tienes catorce años y eres un maricón. ¿Qué vas a hacer de tu vida?”. Para entonces ya estaba yo en la secundaria. Una escuela de tres mil alumnos. Desubicado, desprotegido, sin amigos a quien hacer reír con mis chistes, para que dieran la cara por mí, como cuando estaba en escuelas más chicas. A mí sí me gustaba la escuela, pero empecé a sacar muy malas calificaciones. Ni cuando sabía la respuesta levantaba la mano, porque me daba miedo que se rieran de mí. Hasta me silbaban en los pasillos. Chungo... muy chungo... Total, un día fui a la oficina del director y le dije: “Soy homosexual”. Era una secundaria católica, y a los quince años, esas cosas simplemente no se decían. Dijo el director: “¿Quieres ver a un psicólogo?”…y lo vi. Y me dijo: “Creo que estás muy bien adaptado para tu edad y te aconsejo que te salgas de la escuela”. Y… me salí. Pero no quería realmente, lo que pasa es que estaba harto. Al salirme de la escuela, lo hice para tratar de saber quién era yo y aprender a ser un hombre. Ya ves cuántos hay en este mundo que no saben ser hombres. Y desde entonces descubrí... que yo lo soy. Yo estaba en un error; Había querido volverme un macho. En fin, empecé a rondar por la calle Setenta y dos, y a conocer a todos estos tipos de lo más raro, con tal de conocer a otros como yo y poder así entender qué me pasaba. Alguien me dijo que estaban buscando bailarines para la revista del “Jewel Box”, la de los travestis... ya sabes. O sea, que me presento en la audición. Bien, de tantos años de fingir que era yo bailarina, mis piernas tenían una extensión increíble. Es decir, podía yo girar y hacer cualquier cosa en la primera audición. Pero me dijeron: “Te falta estatura para ser un señor; ¿No quieres ser “pony”?”. Yo dije: “¿Cómo “pony”?”, “Una chica”, me dijeron; “¿Qué tengo que hacer?”, “Déjanos ver tus piernas”, “Pero, las tengo peludas”, “No se atreve. Ven, vamos arriba”. Así que subí, y me arremangaron los pantalones, me pusieron medias de nylon y tacones... Me frikearon, muy chungo... Y luego me llevaron otra vez al piso de abajo y me dijeron: “¡Ay que piernas, oye! ¡Fabulosas!” Yo dije: “¿De veras?... Me alegro”... ¡Qué raro pensar en todo esto! ¿Cuánto hace que fue? Toda una vida. Estaba cumpliendo los dieciséis.

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