Biomasa
El fomento de las energías renovables, aparte de mitigar la dependencia de los combustibles fósiles, cada vez más caros y escasos, aporta beneficios medioambientales, puesto de los sistemas de combustión utilizados en los procesos de aprovechamiento y transformación de la energía producen un impacto negativo en la atmósfera, siendo responsables del 75% de las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero. Estas energías se apoyan en la producción de biomasa, que no incorpora en el balance de su uso emisión de dióxido de carbono a la atmósfera.
La biomasa es la fuente energética que más contribuye a la producción y consumo de energía primaria procedente de energías renovables y una de las que posee mayor potencial de desarrollo dado su grado de aprovechamiento actual. Andalucía es la comunidad autónoma que registra mayor consumo de biomasa dentro del conjunto nacional, y una de las que posee mayor potencial de producción de este recurso.
Los subproductos o residuos derivados de la actividad agraria constituyen una de las fuentes de biomasa con mayor potencial de desarrollo para uso energético (41% del total). Su valorización energética conlleva además importantes beneficios medioambientales, económicos y sociales. En primer lugar, supone la reducción o eliminación de unos residuos en muchos casos contaminantes así como la disminución del riesgo de incendios provocado por la quema de rastrojos y restos de podas agrícolas. En segundo lugar, reduce los costes derivados de su gestión, e incluso se convierte en un recurso al generar unos ingresos adicionales a sus productores. Por último, el acopio y gestión de la biomasa genera un elevado número de empleos, especialmente en las zonas rurales.
Por otra parte, las industrias agroalimentarias (junto con las forestales) constituyen las fuentes de biomasa residual actualmente más utilizadas en España, tanto para aplicaciones eléctricas como térmicas. Andalucía contribuye considerablemente a este aprovechamiento debido al desarrollo experimentado en el uso de los residuos de la industria del aceite.
Teniendo en cuenta lo anterior, convendría establecer algunas definiciones:
Biomasa procedente de cultivos destinados a fines energéticos
En este grupo se encuentran las especies de plantas cultivadas específicamente para producir bioenergía, ya sea a través de la obtención de biocarburantes (bioetanol y biodiésel) o de biomasa lignocelulósica con fines térmicos o eléctricos, así como otros cultivos que tradicionalmente han tenido un uso alimentario, pero que pueden tener también una orientación energética (trigo, cebada, girasol,...). Según sea su destino final, estos cultivos se clasifican en alcoholígenos, oleaginosos y lignocelulósicos.
- Cultivos alcoholígenos: se trata de cultivos cuyo destino principal es la obtención de bioetanol (alcohol etílico) que se utiliza fundamentalmente como combustible para el transporte (solo o mezclado con gasolina). El bioetanol se puede producir mediante la fermentación de la glucosa contenida en cultivos ricos en este azúcar como la remolacha azucarera o la caña de azúcar, o a partir de cultivos o semillas ricas en almidón como el sorgo, el trigo, la cebada, ...
- Cultivos oleaginosos: comprenden aquellas especies cuya semilla es rica en aceites que se utilizan directamente para producir energía, o que sirven como materia prima para su transformación en biodiésel mediante procesos de transesterificación (girasol, colza, ...).
- Cultivos lignocelulósicos: plantas y cultivos especializados en producir biomasa con fines térmicos o eléctricos, tales como Cynara cardunculus (cardo), eucalipto, chopo, Miscanthus, o Arundo donax.
Biomasa residual de origen agrario
Todo residuo de carácter orgánico generado en cualquier actividad agraria, ya sea agrícola, ganadera o agroindustrial. Se clasifica en:
- Biomasa residual agrícola: incluye todo el material vegetal producido en las explotaciones agrícolas. Comprende los residuos de cultivos leñosos como los restos de poda del olivar, cítricos, almendro, viñedo, etc. y los residuos de los cultivos herbáceos como la paja de cereal, los restos del cultivo del algodón, el cañote de girasol o maíz, etc. Su disponibilidad depende de la época de recolección y de la variación de la producción agrícola por lo que es recomendable la existencia de centros de acopio de biomasa donde centralizar su distribución (IDAE, 2005). Se caracteriza por su producción dispersa en el territorio y su baja densidad, que provoca elevados costes en la logística de su aprovisionamiento. El pretratamiento para su densificación (empacado, astillado, etc.) supone un coste adicional pero consigue un transporte más económico. Estas dos características son los obstáculos más importantes para lograr la viabilidad técnica y económica de su aprovechamiento energético.
- Biomasa residual ganadera: incluye todo residuo biodegradable procedente de la actividad ganadera, y se puede clasificar en estiércol, compuesto por la mezcla de las deyecciones y el material de la cama del ganado; purines, mezcla de deyecciones y el agua de limpieza y arrastre; aguas sucias procedentes del lavado, desperdicios de abrevaderos y deyecciones diluidas; y animales muertos . Se pueden transformar en biogás mediante digestión anaerobia, o bien secar y utilizar directamente como combustible. Se encuentran concentrados en las instalaciones donde se generan y son muy contaminantes debido a su elevada carga orgánica. La producción de biogás a partir de residuos ganaderos sólo es posible tecnológicamente cuando existe una elevada concentración de cabezas de ganado en explotaciones intensivas (IDAE, 2005).
- Biomasa residual agroindustrial: incluye los subproductos derivados de los procesos de producción industrial de productos agroalimentarios, como el bagazo de caña de azúcar, cáscara de arroz, orujo y orujillo de aceituna, etc. Al igual que en el caso anterior, se encuentra concentrada allí donde se genera, suele ser contaminante y en muchas ocasiones tiene un elevado contenido en humedad por lo que su secado supone un coste adicional. Su disponibilidad depende de las variaciones de la actividad industrial que la genera que en muchos casos es estacional.