COMUNICACIÓN DEL CONSEJO DE GOBIERNO AL PARLAMENTO DE ANDALUCÍA PARA EL DEBATE DEL ESTADO DE LA COMUNIDAD
El Parlamento de Andalucía fue pionero en España en la celebración anual de los llamados Debates del Estado de la Comunidad. Ello fue en su día, y lo continúa siendo hoy, reflejo del dinamismo de la Cámara andaluza como eje básico de nuestra vida política en el que se recoge la enorme pluralidad de ideas, intereses y territorios de la Comunidad Autónoma.
El próximo Debate sobre el Estado de la Comunidad, para cuya celebración es preceptiva la presente Comunicación del Consejo de Gobierno al Parlamento de Andalucía, se celebrará, además, cuando aún resuenan los ecos de la reciente conmemoración del XXV aniversario de la constitución de la Junta de Andalucía, en mayo de 1978. Dicho aniversario constituye un momento propicio para efectuar una evaluación reflexiva sobre esta etapa de autogobierno, en la que la autocrítica y la ambición por nuevas metas no esté reñida con el reconocimiento honesto y sin sectarismos de los avances logrados por Andalucía.
Este debate sobre el estado de la Comunidad será el tercero de la actual legislatura y el último antes de las próximas elecciones autonómicas. Esta cita parlamentaria, pues, puede y debe servir de balance de la gestión de tres años de legislatura y de impulso para los meses que restan para su conclusión.
Los resultados del esfuerzo de los andaluces son alentadores. Con el diálogo como instrumento inexcusable, Andalucía ha consolidado su crecimiento económico pese a la actual fase de desaceleración. Este mantenimiento del diferencial positivo incluso en momentos recesivos supone un indicio de cambio estructural en la economía andaluza, que históricamente ha tendido a crecer más que la media en momentos alcistas de la economía pero de forma paralela retrocedía más acentuadamente en momentos de crisis.
Este crecimiento sostenido en el tiempo, ha permitido, de un lado, el fortalecimiento del empleo, con más de 300.000 puestos de trabajo creados en lo que va de legislatura, más del 20% del total nacional. De otro, Andalucía no sólo ha consolidado el Estado del Bienestar sino que lo ha ampliado con nuevas políticas sanitarias, educativas, culturales, de integración de mujeres y jóvenes, potenciando un modelo de desarrollo equilibrado desde un punto de vista social, territorial y de defensa y protección del medio ambiente.
Pero el reconocimiento de los innegables avances de Andalucía no puede servir ni para obviar las dificultades que, fruto de un pasado tremendamente difícil, aún persisten en nuestra Comunidad ni para distraernos ante los grandes retos que enfrenta Andalucía en el nuevo milenio, que comenzó al compás de la legislatura.
El futuro de Andalucía, en efecto, aparece lleno de expectativas e incertidumbres derivadas del proceso de globalización, que los andaluces reclamamos sea más justo y equitativo, con un control adecuado de los movimientos migratorios y oportunidades de desarrollo en todas las zonas del mundo; de la vertiginosa extensión de las nuevas tecnologías, a cuyas demandas debemos adecuar nuestro aparato productivo; de la ampliación de Europa, que conlleva nuevas oportunidades y también exigencias; y de un nuevo contexto internacional marcado por los desequilibrios económicos y sociales y sus secuelas, a veces terribles, en el ámbito de la seguridad y la paz en el mundo. Especialmente en el ámbito mediterráneo, Andalucía debe contribuir a la estabilidad y al diálogo entre culturas.
El peso y la influencia de Andalucía fuera y dentro de España dependerá en gran medida de nuestra determinación, de nuestro compromiso en todos los ámbitos: la educación, la investigación científica, la innovación tecnológica, la incorporación a la Sociedad del Conocimiento, la apuesta por la calidad en todos los ámbitos productivos, la mejora en la eficacia y transparencia de las Administraciones, etc.
Pero igualmente es obligado que el Estado no renuncie a su papel equilibrador y que, además de culminar el proceso de transferencias pendientes para Andalucía y de atender las deudas reconocidas y no saldadas con nuestra comunidad, ejerza su papel constitucional con políticas territoriales acordes con un modelo de desarrollo que no deje al albur de las comunidades autónomas la cohesión social y económica de España. El reequilibrio de las partes sólo puede hacerse desde el todo.
Desde Andalucía debemos dar una respuesta propia a todos estos retos. Y el Debate sobre el Estado de la Comunidad es una buena ocasión para que el Gobierno y todos los grupos parlamentarios aporten propuestas y soluciones de futuro para Andalucía.