EL CONSEJO AMPLÍA LA DELIMITACIÓN DEL CONJUNTO HISTÓRICO DE GRANADA PARA UNIRLO CON EL DE LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE
El Consejo de Gobierno ha aprobado hoy un decreto por el que se amplía la delimitación del Conjunto Histórico de Granada, al incluir el de la Alhambra y el Generalife. Esta norma obedece a la necesidad de unificar el régimen de protección de ambos bienes culturales, que representan una misma realidad histórica y cultural.
La ciudad de Granada fue declarada en 1929 conjunto histórico-artístico y en 1993 la Junta de Andalucía aprobó la delimitación de la zona protegida, que ahora se fusiona con la de la Alhambra y el Generalife. Incluyendo estas dos áreas, todo el conjunto queda definido por la fuerte interrelación entre lo islámico y lo cristiano a lo largo de los siglos, así como por la presencia de numerosos bienes culturales de excepcional valor.
Granada debe su configuración actual al desplazamiento del primitivo núcleo musulmán ¿en torno a la Alcazaba Qadima¿ hacia la Vega y las estribaciones de Sierra Nevada. El peso específico de sus espacios urbanos y la calidad de buena parte de sus edificios (Torres Bermejas, la Alhambra, el Generalife) constituyen la causa de que esta morfología urbana original trascienda a la conquista cristiana.
La incorporación del reino nazarí a la corona de Castilla desvió el proceso evolutivo de la ciudad. Los Reyes Católicos realizaron un gran esfuerzo para imponer en ella un programa político e ideológico que fundamentase la nueva concepción de la monarquía unitaria y la religión oficial, con obras que reorganizaron espacios urbanos y edificios hispano-musulmanes para adaptarlos a la nueva coyuntura. Sin embargo no triunfó una estética uniforme, sino que se produjo un maridaje entre los tres estilos artísticos que dominaron el diseño urbano desde los primeros años del siglo XVI: el mudéjar, evolución de las formas y técnicas musulmanes pero diferenciado de lo morisco; el gótico, arte oficial del momento; y renacentista, apenas introducido en los reinos hispanos.
Fracasado el proyecto imperial, la decadencia de Granada se precipita durante el siglo XVII. En el plano urbanístico, la renovada fe religiosa incide en la creación de nuevos espacios ceremoniales, con proliferación de oratorios, imágenes, cruces y ermitas. En el siglo XVIII las órdenes contrarreformistas completan la construcción de algunos edificios como el de la Catedral y su Sagrario y la Sacristía de la Cartuja.
Durante el siglo XIX y primeras décadas del XX se abordan una serie de intervenciones dirigidas a modernizar la ciudad. Granada inaugura así la planificación urbanística contemporánea con obras como el cubrimiento del Darro desde la Plaza Nueva hasta la Puerta Real, la apertura de la actual Avenida de la Constitución siguiendo el modelo de los bulevares franceses y la construcción de la Gran Vía a través del barrio de la Catedral.