SESIÓN DEL

La Junta inscribe como Bien de Interés Cultural el yacimiento de Cerro Macareno de La Rinconada

El antiguo asentamiento arqueológico constituye un referente de las investigaciones sobre la Edad del Hierro en el Bajo Guadalquivir

El Consejo de Gobierno ha aprobado el decreto, a instancias de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte; por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Arqueológica, el yacimiento de Cerro Macareno, en el término municipal de La Rinconada (Sevilla).

El yacimiento constituye un referente de las investigaciones sobre la Edad del Hierro en el Bajo Guadalquivir, por lo que puede considerarse, junto con El Carambolo y Carmona, uno de los mayores hitos historiográficos de la Protohistoria del suroeste de la Península Ibérica. Con su declaración como BIC se pretende proteger un entorno en el cual las alteraciones pudieran afectar a los valores propios del bien, a su contemplación, apreciación o estudio, que abarca espacios públicos y privados.

El Cerro Macareno se configura como un enclave con un enorme valor científico e histórico, ya que suministra una guía excelente para el conocimiento de toda la secuencia cultural protohistórica del Guadalquivir inferior. El yacimiento arqueológico corresponde a un tell (elevación artificial del terreno fruto de la superposición de depósitos y construcciones generados por la ocupación humana) que conserva los restos de un asentamiento del I milenio a. C., donde se ubicó una ciudad de época tartésica y turdetana, excediendo su tamaño original la media de las superficies constatadas para otros enclaves coetáneos del Guadalquivir inferior.

Los dos sectores que se conservan del yacimiento y su área circundante suponen espacios donde emprender futuras investigaciones que permitan seguir avanzando en el conocimiento de esta ciudad ribereña de la ría bética. Su arquitectura, en gran parte elaborada con tierra en forma de tapial y/o de adobe, permitirá profundizar en la conservación de estos materiales, que son también los empleados para los revestimientos de los edificios y para los suelos. Por otra parte, las características actuales del yacimiento, conservado sin un hábitat actual superpuesto, a diferencia de otros enclaves de la comarca, permitirán estudiar en profundidad la arquitectura protohistórica, todo un milenio de tradiciones edilicias en Andalucía occidental.

De la fase tartésica se conocen restos de construcciones interpretadas como viviendas, lo que permite investigar la vida cotidiana de la población y sus relaciones con los ecosistemas de los que el propio hábitat formaba parte. La turdetana es la etapa con una mayor información arqueológica. En esta fase se han constatado distintas áreas de actividad dentro del asentamiento. Además de las casas, se conoce un barrio alfarero en el noroeste del enclave, fechado en los siglos V y IV a. C. Su producción cerámica se dedicó a la elaboración de ánforas y de otros tipos de recipientes cerámicos, evidenciando la necesidad que su población tenía de envases para el comercio de productos agropecuarios.

Importancia fluvial

El asentamiento se localizaba en la orilla izquierda del paleoestuario del Guadalquivir, la principal ruta de entrada al valle bético durante la Protohistoria. Como otras ciudades situadas en la orilla de esta ría, la población del Cerro Macareno aprovechó las facilidades de comunicación y transporte del cauce fluvial, que se interpreta como un enclave portuario conectado al curso principal del río en uno de sus meandros.

El Cerro Macareno se dispone sobre una zona de terrazas del río Guadalquivir, quedando sus flancos oeste y norte delimitados por el arroyo Almonázar. Corresponde a una elevación artificial del terreno fruto de la superposición de depósitos y construcciones generados por la ocupación humana del lugar desde el I milenio a. C. Este asentamiento cuenta con una secuencia estratigráfica que abarca desde el siglo VIII al II-I a. C. No obstante, algunos materiales arqueológicos de superficie y otros hallazgos casuales podrían indicar una duración del hábitat algo más prolongada en algunos de sus sectores, o al menos una frecuentación del sitio en época romana imperial. Desde su fundación a comienzos de la fase tartésica, el Cerro Macareno pudo contar con la presencia de una doble población, la local y la fenicia, pues sus rasgos arqueológicos muestran ese doble componente cultural. En este sentido, las excavaciones realizadas en el espacio han mostrado una gran acumulación de hábitats superpuestos corroborando la complejidad y riqueza del asentamiento.

Del yacimiento se desconoce su nombre antiguo, ya que no parece que subsistiera en el momento en que se redactaron los informes geográficos e históricos romanos. Esta circunstancia se cumple también, y por las mismas razones, en la ciudad que se ubicó hasta el siglo V a. C. en el Cerro de la Cabeza de Santiponce y en el santuario emplazado en el Carambolo. En cambio, sí permanecieron hasta época romana enclaves en Alcalá del Río, Sevilla, San Juan de Aznalfarache o Coria del Río, entre otras urbes, de ahí que se conozcan sus antiguos topónimos: Ilipa, Spal, Osset y Caura.

En una zona próxima también se localizaría Carmo (Carmona), de la que se ha sugerido en otros estudios que habría ejercido como capital de la zona, teniendo varias poblaciones subsidiarias, entre las cuales se encontraría la establecida en el Cerro Macareno. Por ese motivo, su puerto fluvial podría haber sido utilizado también por Carmo. Un desalojo repentino del sector excavado en el sureste del cabezo, datado a fines del siglo III a. C., sugiere la implicación del lugar en la batalla de Ilipa, episodio bélico de la Segunda Guerra Púnica. Las razones de su ocaso, relacionadas íntimamente con el Guadalquivir y con los cambios de su cauce, demuestran la dependencia de la población de las posibilidades económicas que ofrecía el río. Este hecho puede convertir al Cerro Macareno en un ejemplo singular para el análisis de unos patrones habitacionales aplicables a otros muchos enclaves ribereños.

A partir del análisis y valoración de sus materiales arqueológicos, el yacimiento ha contribuido a ordenar muchos otros hallazgos del sur hispano, posibilitando el estudio con detalle, hasta entonces nunca logrado, del comercio internacional, especialmente con el mundo fenicio-púnico. Las bases de conocimiento que aportaron las actuaciones de los años setenta en el asentamiento se han renovado y ampliado con los datos obtenidos en las investigaciones de otros enclaves, pero también con la revisión de la vieja documentación del propio Cerro Macareno desde nuevas perspectivas de estudio.

 

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