La Fundición de Daóiz y Velarde: los leones guardianes del Congreso de los Diputados

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Código de referencia: ES.410917.AGA/1.2.1.2.1.//F.A.S. 18.1
Título: Correspondencia del Director de la Fábrica de Artillería sobre la fundición de los leones del Congreso
Fechas: 17-11-1864, Madrid / 19-01-1974, Madrid
Nivel descripción: Unidad documental compuesta
Volumen y soporte: 1 expediente
Nombre del productor: Fábrica de Artillería de Sevilla

La Fundición de Daóiz y Velarde: los leones guardianes del Congreso de los Diputados

Cuando un paseante camina por vez primera por la Carrera de San Jerónimo de Madrid, camino de la Plaza de Neptuno, no puede dejar de contemplar el armónico edificio donde habita la representación política de los españoles, la sede del Palacio de Congresos de los Diputados. Tras admirar la magnífica fachada, su atención quedará absorbida por los dos impresionantes leones de bronce, conocidos popularmente como Daoiz y Velarde, que a sus pies montan guardia desde hace cerca de 150 años. Desde la instauración en 1834 del Nuevo Régimen, la Cámara de representantes ha habitado el mismo solar, pero ha conocido dos sedes distintas. En un inicio las reuniones se celebraron en el antiguo edificio del Convento del Espíritu Santo, que había sufrido un incendio en 1823 y estaba ubicado en el mismo solar que hoy ocupa el Congreso de los Diputados.

Con la llegada al poder del partido progresista se proyecta la construcción de un edificio nuevo como sede de las Cortes que estaría ubicado en el mismo solar que venía ocupando el Convento del Espíritu Santo. Para el nuevo edificio se escogió el proyecto neoclasicista presentado por el arquitecto valenciano Narciso Pascual Colomer. Las obras se iniciaron el 10 de octubre de 1843 y fue inaugurado 7 años después por la reina Isabel II, el 31 de octubre de 1850. Del edificio destaca la elegante fachada principal, considerada como una de las obras maestras del estilo neoclásico en España. La fachada está estructurada en tres pisos y en tres cuerpos, sobre los cuales se sitúa un pórtico central saliente, de tipo hexástilo corintio, rematado por un frontón con un tímpano de tema alegórico. El pórtico protege las monumentales puertas de bronce que únicamente se abren para la entrada del rey en la solemne apertura de sesiones del Congreso.

Narciso Pascual Colomer dispuso en el piso inferior una monumental escalinata de entrada, que recuerda la de los templos romanos, flanqueada a los lados por dos podios. Sobre estos pedestales se colocaron inicialmente dos farolas artísticas que, al parecer de los parlamentarios del momento, desdecían la magnificencia y el simbolismo del edificio. Las farolas tuvieron una escasa existencia y pronto fueron retiradas de esta ubicación. Para sustituirlas se optó por la ejecución de una obra escultórica que conjugara una mayor calidad artística y, sobretodo, contuviera una fuerte carga simbólica que estuviera en consonancia con el significado del edificio al que antecedían. Para ello se encargaron al escultor Ponciano Ponzano dos estatuas que representaran a dos leones, uno para cada pedestal. El león era el animal que tradicionalmente había representado a la nación española.

Ponciano Ponzano (1813-1877), escultor aragonés cultivador del estilo neoclásico, ya había trabajado anteriormente en el edificio del Congreso. Para el frontón de la fachada principal había esculpido la que se considera su mejor obra, el grupo del altorrelieve del tímpano. En este conjunto escultórico, considerado el mayor de su tipo en la escultura española del siglo XIX, se representa la alegoría de España, encarnada como una matrona sedente clásica, abrazando a la Constitución, representada a su vez como una muchacha. El conjunto se completa disponiendo las alegorías de la Justicia, el Valor, las Ciencias, la Paz, la Abundancia, la Navegación, la Industria, a un lado, y, del otro, las alegorías de la Fuerza, las Bellas Artes, la Armonía, el Comercio y la Agricultura. Los extremos del tímpano se remataban con las alegorías de los ríos y los canales.

En sus bocetos Ponzano ideó la figura de dos poderosos leones, cada uno de ellos mirando al lado contrario a la escalera, sentados y con una de sus patas apoyadas sobre un orbe. La mala situación económica no permitía su ejecución en materiales nobles, por lo que el artista tuvo que utilizar yeso pintado imitando al bronce. La poca calidad de este material provocó que al año de estar a la intemperie los leones presentaran gran deterioro y que se decidiera su sustitución por unos facturados con materiales más idóneos para una instalación en el exterior. En esta ocasión se encargaron los leones al escultor José Bellver, quien los realizaría en piedra y con un tamaño menor. El resultado fue que el tamaño de las esculturas de piedra de Bellver restaba prestancia al simbolismo con el que se idearon, resultaban leones de fiereza discutida.

Finalmente, y como solución definitiva, se decidió realizar los controvertidos leones con un material más noble y duradero, el bronce, y retomar el diseño ideado por Ponciano Ponzano. Es aquí donde entra en juego la Fábrica de Artillería de Sevilla.

La fundición de los leones del Congreso en la Fábrica de Artillería de Sevilla

EL 26 de mayo de 1872 se instalaban los leones de bronce diseñados por Ponciano Ponzano a ambos lados de la escalinata de acceso de la fachada principal del Congreso de los Diputados. Habían transcurrido 8 años desde que, en marzo de 1864, se pensara en realizar la fundición de los mismos en la Fábrica de Artillería de Sevilla. En este tiempo se llevaron a cabo en las instalaciones del barrio de San Bernardo las distintas labores que dieron vida a los magníficos leones.

A través de la correspondencia que mantuvo el Director de la Fábrica con distintas personas y autoridades podemos recrear las etapas y vicisitudes por las que pasó el proceso de fundición de los leones. El 22 de abril de 1868, con las esculturas ya acabadas, don Luis Ruiz Digneri, por entonces Director de la Fábrica de Artillería de Sevilla, era invitado por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras a disertar sobre esta obra. La invitación debió coger por sorpresa al Director, que solo contaba con dos días para preparar su discurso. Esta premura de tiempo tuvo que ser la causa de que en el mismo reverso del oficio de invitación, el Director, con breves apuntes, enunciara cada una de las fechas claves en la factura de los leones, reseñando desde las órdenes recibidas, hasta datos de carácter técnico. Estas anotaciones vienen a constituir una suerte de cronograma de las instrucciones políticas y del trabajo efectuado por la Fábrica.

La participación de la fundición sevillana comenzaría en marzo de 1864, cuando recibieron una comunicación del Director General de Artillería anunciándoles la idea de fundir los leones con el bronce de los cañones capturados en la Guerra de Marruecos de los años 1859-1860. Con la reutilización del bronce de los cañones capturados por el General Leopoldo O´donnell a las tropas rifeñas-marroquíes en la batalla de Wad-Ras, se salvaba el problema económico que suponía el alto coste de este metal. El origen bélico del bronce utilizado para la fundición quedó inmortalizado en las propias esculturas. En su base se puede leer la inscripción “FUNDIOS CON CAÑONES TOMADOS AL ENEMIGO EN LA GUERRA DE ÁFRICA”.

El 15 de marzo se plantea la posibilidad de que maestros y operarios de la fábrica de armas de Trubia (Oviedo) se unan al proyecto. En noviembre de 1864, desde Madrid, llegan a Sevilla los moldes de yeso de las dos esculturas, embalados en 10 cajones. El embalaje no cumplió satisfactoriamente su función protectora, ya que uno de los leones llegó a Sevilla “destrozado”. Se añadía que el coste del transporte fue de 8.250 reales y que un molde pesaba 1.012 kilogramos, mientras que el peso de su pareja ascendía a 6.294 kilogramos.

El 17 de diciembre de 1864, tras numerosos dimes y diretes, seguramente relacionados con los gastos del transporte, se presentó en Sevilla el personal de la Fábrica de Trubia que, junto con los operarios de la fábrica sevillana, iban a fundir los leones. La dirección de la obra estuvo en manos de Prudencio Suárez, de la Fábrica de Trubia, y de Manuel Pantión, de la Fábrica de Sevilla.

Hasta el 25 de enero de 1865 no se terminó de componer el molde de yeso que se había quebrado en el transporte de Madrid a Sevilla, en este trabajo se ocupó un especialista en vaciado de yeso cuyo salario corrió a cargo de la empresa de transporte.

Por fin, con todos los trabajos preparatorios terminados, se fundió el primer león el 24 de mayo de 1865, mientras que su hermano fue fundido el 22 de julio de 1865. El molde del primer león constaba de 2276 piezas, repartidas a razón de: 26 piezas los ojos, 34 las orejas, 91 la boca y 2121 el resto del cuerpo. Por una consulta posterior sabemos que la composición del bronce utilizado era de un 88% de cobre, 10% de estaño, 1,5% de plomo y 0,5% de cinc. El peso de los leones de bronce presentaba diferencias: uno pesaba 2668,537 kilogramos, mientras que el otro pesó 2219,445 kilogramos. Sus dimensiones eran muy similares, contando con una altura de 2,10 metros, una longitud máxima de 2,20 metros y una anchura en el pecho de 0,8 metros.

Fundidos los leones, el siguiente paso era cincelar el bronce conforme al diseño ideado por Ponciano Ponzano, para lo que se trajo a un maestro cincelador francés, Jacinto Bergaret. Este artista llegó a Sevilla en enero de 1866 y se empleó en estos trabajos, según consta por las cuentas de fábrica, durante 75 meses, con un sueldo mensual de 375 pesetas. De su buena labor da cuenta el hecho de que fuera recompensado por el Congreso de los Diputados con la concesiónde la Cruz de Caballero de Carlos III y con una gratificación económica de 500 pesetas.

El trabajo del maestro Bergaret debió finalizar en las postrimerías de 1871, y con su conclusión quedaban finalizados los afamados leones del Congreso. Por vía férrea, éstos abandonarían Sevilla camino a Madrid el 26 de marzo de 1872, haciendo el trayecto inverso al que habían recorrido sus antecesores, los leones de yeso. Como curiosidad añadir que estos leones de yeso, que sirvieron como modelo, permanecieron en el vestíbulo de entrada de la Fábrica de Artillería de Sevilla hasta que ésta dejo de tener funcionamiento militar, siendo trasladados en noviembre de 2009 a su ubicación actual en la Capitanía Militar de Sevilla, sita en la Plaza de España.

Finalmente, los leones ideados por Ponciano Ponzano, fundidos en Sevilla y cincelados por Jacinto Bergaret, se instalarían en su ubicación actual, guardando la puerta principal de la representación de la soberanía nacional del pueblo español, en mayo de 1872. Desde esta atalaya han visto pasar reyes, repúblicas, presidentes, ministros, dictadores, militares golpistas, en definitiva, estos animales de bronce han sido y son unos testigos de excepción de la historia contemporánea de España.

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