El Lagarto de la Magdalena y los Dragones de la Ciudad de Jáen
Desde: 17/03/2021 Hasta: 27/04/2021
El lagarto de la Magdalena y los dragones de la ciudad de Jaén
Guía para una exposición
17/03/2021
1. Parte primera. La leyenda y la historia
Presencia del lagarto en Jaén
Si repasamos dichos sobre Jaén, observamos que son muy populares algunos relativos a un lagarto: unos como expresión de advertencia, ¡Vas a reventar como el lagarto de Jaén!; otros, como maldición: ¡Ojalá revientes como el lagarto de Jaén!, Así revientes como el lagarto de Jaén; también como afirmación exagerada, Reventó como el lagarto de Jaén; o como la recogida por Margarita Caudón y Elena Bonet: Quedarse como el lagarto de Jaén.
Pero la referencia a ese lagarto, se hace presente, además, en otro tipo de manifestaciones, como coplas, canciones, nombres de clubes deportivos, de revistas, carteles de feria, etc.
Pérez Ortega recoge una coplilla carnavalesca del año 1905, que al parecer la tradición atribuye a Alfredo Cazabán:
Si vas por agua
a la Malena,
ten cuidado,
niña morena,
que hay un lagarto
que tiene malas trazas
y muerde con frecuencia
a las muchachas guapas.
Hace un tiempo, el grupo musical Panaceite editó una grabación en la que se incluía el tema Romance del lagarto de la Malena.
Hubo una marca de cerveza denominada El Lagarto. Y, también, en 1943, se fundó una revista literaria que recibió el nombre de Lagarto.
En varias ocasiones, el lagarto ha sido el tema central del cartel de la feria de octubre, como en la edición del año 1958, en la que su autor, F. Mesa, representó a un dragón andando erguido, con sombrero cordobés, un manojo de globos en la mano izquierda y un puro en la derecha.
Años más tarde, el Ayuntamiento de Jaén creó un evento musical denominado Lagarto Rock, que después pasó a denominarse Lagarto Festival.
Pero, ¿a qué animal se refieren tantas y tan variadas expresiones? Evidentemente, se trata del conocido en la ciudad como Lagarto de la Magdalena, y, hace alusión a una leyenda muy popular en la ciudad relacionada con el manantial del barrio de La Magdalena.
La leyenda, conocida en sus aspectos más elementales, se nos presenta en varias versiones, ha alcanzado verdadero auge en el último siglo y se ha materializado en la ciudad a través de una serie de representaciones gráficas, la más antigua, la pintura que citó Ximénez Patón, que no nos ha llegado, y de la que no sabemos con certeza ni cuándo se pintó, ni por quién ni por qué motivo; la escultura en piedra recogida en la calle de Santo Domingo, en la esquina de este Archivo, junto a la Plaza de la Magdalena; la instalación artística del escultor José Ríos y Miguel Ángel Belinchón “Belin”, en la zona de expansión de Jaén; o la instalación de Fernando Lorite en la rotonda que une el Boulevar con el Polígono de los Olivares, denominada La Pajarita “aunque en realidad se trata de un dragón”.
También se han realizado diversas perfomances, unas antiguas, como las representaciones que desde comienzos del siglo XX comenzaron a aparecer en las cabalgatas y que se prolongaron en el tiempo; las que años más tarde, en la década de los noventa, con un grado de teatralidad y espectacularidad aún no superado, organizó la Universidad Popular Municipal con motivo de las fiestas del Carnaval, de la mano de Juan del Arco Cruz; o las más recientes, desde que el Ayuntamiento acordó que el 2 de julio sería el Día del Lagarto.
Desde el punto de vista literario, de la leyenda se han ocupado algunos autores modernos, unos para reproducirla tal cual otro se la contó o publicó, otros para versionarla en un proceso de recreación literaria, y muy pocos para analizarla en profundidad, interpretarla y comprobar hasta dónde hunde sus raíces, entre los que destacamos el riguroso estudio de Juan Eslava Galán.
Por ello, quizás fuese conveniente repasar el estado de la cuestión para intentar adentrarse en la transmisión de la leyenda hasta llegar a la primera fuente escrita que la recoge; y, viceversa, partiendo de esa primera fuente conocida hasta ahora por todos, comprobar cómo evolucionó.
Más difícil es determinar con criterios históricos las razones que pudieran haber dado lugar a ella; y también, intentar ver si es posible vincular las distintas representaciones del dragón o de los dragones en la ciudad de Jaén con la leyenda, como algunos autores han pretendido y pretenden; y, por tanto, si en su origen o evolución, fue primero un dragón convertido después en lagarto por el devenir de los tiempos, o viceversa.
Así pues, nos encontramos con una leyenda popular de la tradición oral giennense, a todas luces muy contaminada por lo que veremos más adelante, que alcanzó notoriedad desde finales del siglo XIX, con las publicaciones que veremos, y con el uso del término lagarto en distintos eventos.
Vitrina 1. Las razones de la exposición
La razón inicial que motiva esta exposición tal y como se ha concebido se basa en dos cartas recibidas por correo postal, escritas de su puño y letra, por alumnas y alumnos de los Colegios María Zambrano y Gloria Fuertes, de Jaén.
En la primera, las niñas y niños la clase de cinco años, preguntaban a la Dirección de este Archivo sobre una representación teatral del año 1461, en el palacio del Condestable Miguel Lucas, con motivo de la celebración de sus esponsales.
En la segunda, el alumnado del Colegio Gloria Fuertes (clase de cinco años), pedía al Archivo poder hacer una exposición con dragones en este centro; la razón, que aquí estarían a gusto y no se mojarían. Ello se debía a que durante, la parte de difusión del proyecto llevado a cabo por sus colegios, cuando los dragones estuvieron expuestos –ahora se presentan agrupados- en diversos puntos de la ciudad, llovió, y algunos se mojaron.
Esos dragones -que ahora sí están a gusto en la sala de exposiciones de este Archivo-, fueron ejecutados por alumnos de la Escuela de Arte José Nogué, bajo la dirección de la artista plástica Carmen Montoro y decorados por el alumnado de infantil y primaria de cinco colegios: María Zambrano, Alcalá Venceslada, Navas de Tolosa y Gloria Fuertes de Jaén, y el Juan Carlos I, de Torredelcampo.
Vitrina 2. El origen escrito de la leyenda
De la leyenda del lagarto se han ocupado diversos autores, sobre todo en el siglo XX, como se ha indicado; sin embargo, el texto impreso más antiguo hasta ahora conocido que la recoge fue publicado por Bartolomé Ximénez Patón, en 1628:
“Tratando de aguas de Iaen vien veo que no solo los que la han visto mas los que por su fama la han oydo celebrar aguardan que le describa la grandiosa , y famosa fuente de la Madalena porque nadie viene a ver el Santo sudario , que en segundo lugar no trayga por memoria el verla , y lleua que admiren los de su tierra. Tomò el nombre de vna parroquia desta Santa, y hermosea su fabrica con la conuecindad suya. Sale de vna peña raya de la que bexa del castillo por vna boca que tiene de alto el estado de vn hombre , despide de ordinario el grueso de vn cuerpo de vn buey de agua, hace vna balsa cuadra de honda a quien deciende por gradas. Por ouiar los peligros: esta defendida de vnas muy fuertes, y grandes rejas doradas. La fabrica es de calicanto costoso muy enlucida , y pintados en ella todos los Reyes Cristianos que a auido de pues que fue ganada esta Ciudad. De aquí passa el agua por abaxo de la tierra al claustro de la Iglesia de la Madalena, donde ay vn bien labrado estanque lleno de muchos, y muy grandes peçes. Baxa su corriente a vn molino de pan , y de alli a vn abrevadero , y labadero comun , y de sus agua se siruen y bastecen las tenerias en quienes deziamos se curre infinita , o casi copia de corambre, que es, tanta que me afirman entran cada vn año cien [//17 r.] mil ducados en esta Ciudad de lo que sacan desta mercaduria. En despidiendose de las tenerías riega; muy hermosas , y fértiles huertas hasta que se acompaña con el rio hauemos dichos. Entre las pinturas que en la fabrica de su nacimiento ay se ve vn pastor , que esta puniendo vn corderillo à una sierpe. Y porque la pintura suele tener fuerça de historia dire la que desta se quenta, y es que en tiempo que esta parte del lugar era montuosa se recogia a esa fuente vna mostruosa serpiente, que no solo a los ganados mas a la gente ofendia. Vn pastor dio en pensar vna industria con que acabase con ella , y al fin la hallò, y fue que desoyo vn cordero cerrado dexandole los estremos, y llenole de yesca, ensangrentando la piel, porque pareciese un cordero muerto , y pegando fuego a la yesca dio vn siluo y se aparto. Salio la sierpe engullese el cordero fingido la yesca le abraso las entrañas, y le hizo reuentar, con lo qual cesò el peligro , y se celebrò la memoria del industrioso pastor, pues oy dura pintada en la fabrica de la fuente Cuya agua con ser tanta es bonísima en el estio, muy fria, y no es sola ella fuente en esta Ciudad, que muchas se contentaran con la media , porque de las resultas dellas ay en casas particulares mas de mil fuentes lleuadas por cauchiles. Calle ay que tiene doze casas con otras tantas fuentes en que se crian pezes”.
Como vemos, Ximénez Patón no habla de un lagarto ni de un dragón, sino de una sierpe o serpiente monstruosa; y no sabemos si este fue el elemento sincrético a partir del cual evolucionó y se potenció la leyenda actual con sus aditamentos, o la tradición oral siguió su evolución al margen de lo escrito por Ximénez Patón.
Parece ser que nadie más se ocupó del tema, al menos desde el punto de vista escrito, hasta más de un siglo y medio después –Ximena trata el tema de la imagen del dragón como representación de la ciudad, pero no del lagarto. El deán Martínez de Mazas, tan racional en sus planteamientos, en la introducción al Retrato al natural…, no se refirió apenas a la leyenda, salvo para rechazarla:
“Por exemplo, no se debe hacer aprecio de la Historieta que refieren Ordoñez y Paton de la gran Serpiente en la fuente de la Magdalena, quando aquel sitio era un bosque (a) y dicen que lo mató un Pastor con un cordero fingido, ó con un pellejo de Cordero ensangrentado y lleno de yesca encendida. Lo mismo digo del otro cuento de la piel del Caiman, que se halla colgada en la pared detrás del Coro de la Parroquia de San Ildefonso, y se traería de Indias como cosa rara por alguno de los hijos de esta Ciudad que estuvieron en aquellas Provincias”.
“En cualquier tiempo que se haya hecho la fundación de Jaén, y permaneciendo en ella alguna población, es preciso que atendiesen sus vecinos al aseo y seguridad de esta fuente, y que estuviese rodeada de Casas, especialmente estando debajo del Castillo, y en lo mas fuerte y resguardado del Pueblo. Luego no pudo haber allí bosque, ni cuevas de Dragones”
Vitrina 3. La ausencia en otros textos
Ponz, en su Viaje de España, habla de la fuente y de la abundancia de sus aguas –además, éstas, como un atractivo de la ciudad- pero no menciona al lagarto:
67.- “Ya que hemos hablado de aguas, sepa usted que pocas ciudades hay en España, y acaso fuera della, que igualen a Jaén en lo exquisito y abundante de este elemento, con la particularidad de nacer sus fuentes más principales dentro de la misma ciudad. La que llaman de la Magdalena, que nace debajo de una peña, cerca de la parroquia de este nombre. Suele a veces arrojar tanta agua como el cuerpo de un buey. En el patio de esta parroquia se recoge en un grande estanque, donde se crían peces de buen tamaño. Surte a tenerías, molinos y abrevaderos, y llega su sobrante hasta el río, regando de camino buena porción de huertas. Una de las primeras cosas que van a ver los forasteros es esta fuente de la Magdalena. En otras partes vienen las aguas de los campos a las ciudades, en ésta van de la ciudad a los campos”.
“87. No es extraño que usted tuviese tanto gusto en considerar la fuente de la Magdalena y su abundancia de aguas, pues a cuantos forasteros vienen los admira. En los años abundantes le sobra mucha para regar lo más de la vega […]”.
Madoz tampoco se refiere a la leyenda del lagarto cuando habla del raudal de la Magdalena.
Vitrina 4. La sierpe vuelve a aparecer
Años después, Lozano Muñoz, en su Crónica de la Provincia de Jaén de 1867, vuelve a hacerse eco de ello, aunque dice que, a aquella horrible serpiente, las gentes lo llamaban Lagarto de San Leandro, en lo que no sabemos si es un error tipográfico al cambiar Leandro por Magdalena. Sí es significativo, no obstante, que la sierpe o serpiente ya se ha convertido en un lagarto.
“Esta agua debió proceder, según Ambrosio Morales y otros cronistas, de la citada fuente de la Magdalena, no lejos de la ciudad, y en la que la tradición supone que se escondia la tan horrible y fantástica serpiente, que aun hoy por las sencillas gentes se recuerda con espanto, con el nombre de lagarto de San Leandro. De creer es, añaden los mencionados cronistas, que encontrándose estos baños inmediatos á Jaen, debió ocupar esta ciudad entonces el mismo sitio que ocupa hoy, porque no se comprende que los romanos que usaban de los baños con tanta frecuencia, hubieran de construirlos á larga distancia de la población”.
Cita Eslava Galán las referencias aparecidas a finales del siglo XIX en la prensa local, entre las que destaca la de quien se autodenominaba Busca, en un artículo publicado el 27 de julio de 1889 en El Norte Andaluz; así como la referencia que hizo Ramón Espantaleón en su obra sobre el raudal de La Magdalena, ya a comienzos del siglo XX.
Sin embargo, fue Alfredo Cazabán quien, en 1913, en su recién estrenada revista Don Lope de Sosa retomó el asunto, configurando las tres versiones que actualmente más se conocen, la del guerrero con traje de espejos, la del cautivo y la del pastor, siendo casi una novedad con respecto a los textos escritos anteriores las dos primeras –de las que no hemos encontrado referencias anteriores, ni tampoco el autor indica de dónde las tomó.
1. Guerrero de los espejos: “Un guerrero vestido con traje de espejos, esperó al monstruo y al salir éste quedó deslumbrado por las reverberaciones de la luz sobre los cristales, recibiendo entonces el golpe mortal con una espada”.
2. Preso o cautivo: “Un preso o cautivo escuchó la oferta del perdón de su vida y de su prisión, si mataba al monstruo, y esperando ocasión propicia consiguió matarlo”.
3. Pastor: “Un pastor, de rústico, pero hábil ingenio, discurrió, para librarse de una sierpe que le mataba los corderos, arrojarle la piel de uno de ellos, llena de materia encendida y al morderla la sierpe, se abrasó y murió”.
A partir del artículo de Cazabán, Eslava sostiene que proliferaron las referencias al lagarto de Jaén y se hace una pregunta que será clave en todo el desarrollo posterior de la leyenda y que podemos traer a la actualidad: ¿fue la fijación por escrito la causa de una proliferación posterior de publicaciones sobre la misma, e incluso, nos podemos plantear si es, además, punto de partida de otras variantes.
En 1958, en opinión de Miguel Moreno Cazabán, publicada en el Diario Jaén, la leyenda corría un serio peligro, al igual que otras. La ilustración el artículo se debe a Serrano Cuesta.
Por aquellos años, Mozas Mesa, había publicado su Jaén legendario y tradicional, y se ocupaba nada más comenzar el libro de la leyenda del lagarto de Jaén, a la que consideraba –por aquellos años- más conocida fuera del ámbito provincial que incluso la Catedral. Siguiendo, incluso en el orden, a Cazabán aunque sin indicar referencias bibliográficas, resumía las tres versiones:
1. Caballero de los espejos: “La población se hallaba atemorizada con el monstruo, que tenía su cubil en el mismo nacimiento del agua de la Magdalena, y discurría los medios de librarse del extraño animal, hasta que un bizarro guerrero, de probado valor, se comprometió a ello. Con serenidad y vestido de espejos esperó a la salida de la hendidura y al aparecer el ser monstruoso quedó deslumbrado, por reverberar la luz sobre las plateadas lunas que formaban el original equipo, momento que aprovechó el guerrero para atravesarlo con su acero toledano”.
2. Cautivo: “Otra modalidad narrativa: era tal el pánico que se había apoderado de la capital jiennense, por los estragos que causaba el lagarto, dragón o sierpe, que se hizo público la oferta de grandes recompensas al que lograra acabar con su vida, que sembraba la desolación y el espanto. Un cautivo, despreciando el oro y a cambio sólo de su libertad, que le era más querida, se ofreció a dar muerte a la fiera, y por sorpresa, hábilmente preparado, consiguió su objeto”.
3. Pastor: “Y el tercero y último relato: el lagarto o sierpe diezmaba los ganados; su voracidad la aplacaba después de ingerir, diariamente, varias tiernas ovejuelas o inocentes corderillos. Cansado de estas <hazañas>, un pastor, joven apuesto, de rústicos principios, aunque de natural ingenio, concibió el poner al alcance de la fiera una piel de cordero, llena de materiales incandescentes.
Al lagarto agradó el presente y al engullirlo, se abrasó las entrañas y reventó, dando un estallido formidable. Era su última mueca de horror, la postrera señal de espanto, que tenía contristados los ánimos.
El pueblo muestra sus preferencias por esta versión; es la que ingenuamente narra, pareciéndole la más admisible, por ser la más sencilla, aunque no posea alardes de fantasía y que el hecho en sí carezca de verosimilitud. Pero es una de tantas ilusiones bellas, que constituyen una gran parte del patrimonio popular”.
A partir de ese momento, los distintos autores que traten sobre aspectos históricos o culturales de la ciudad de Jaén, referirán la leyenda del lagarto. Pero fue en el año 1980 cuando Eslava Galán publicó la primera edición de su obra La leyenda del lagarto de la Malena y otros mitos del dragón, en la que hizo un estudio exhaustivo sobre la misma.
Vitrina 5. La proliferación de publicaciones
Después de la publicación de Juan Eslava, han proliferado las obras sobre las leyendas giennenses en general, actualizando y ampliando las versiones anteriores. Entre estas, quizás la primera de esa nueva serie, encontramos la versión más estructurada desde el punto de vista literario en la publicación de José García -no hemos de olvidar que fue profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Virgen del Carmen de Jaén-, quien, describiendo el relato que oía de su madre de pequeño, recrea literariamente la Leyenda del lagarto, utilizando sólo la versión clásica, la del pastor, e incluyendo el lugar de la muerte, en San Ildefonso.
“Hace muchos, muchísimos años, en la misteriosa cueva de la que nacía el agua de la Magdalena, que todavía hoy sigue manando, tenía su refugio una fiera que parecía un grande y monstruoso lagarto, de fauces enormes e insaciables.
Las pobres gentes de Jaén, sobre todo las de los parajes próximos a aquella cueva del agua, padecían continuamente los estragos que la fiera ocasionaba. Cuando ésta sentía hambre, cosa que era casi continua, salía de su antro y no cejaba hasta devorar algún animal de los más grandes o varios de los más pequeños que encontrara. El ganado menguaba alarmantemente y si el monstruo, por mala fortuna, se encontraba en su camino a alguna persona, hombre o mujer o niño, se lanzaba sobre ella, la descoyuntaba entre sus horribles y potentísimas mandíbulas y se la tragaba en un instante. Sólo con el vientre repleto, satisfecho y atiborrado de carne, ya fuera animal ya fuera humana, aquella salvaje bestia de las profundidades regresaba a su cubil y dejaba en paz el entorno hasta que digería la carga de su enorme estómago.
Únicamente cuando se extendía la noticia de que la fiera había logrado devorar una nueva presa, los aterrorizados habitantes se atrevían a salir de sus casas y refugios para realizar sus labores o sacar a pastar a sus animales.
El temor era tan inmenso que nadie se atrevía ya a enfrentarse a aquella monstruosa fiera porque, cada vez que alguien lo había intentado, el monstruo había devorado al osado.
Las pérdidas eran muy considerables entre los hatos de ganado –cabras y ovejas- que pastaban por los feraces parajes verdes de los alrededores y cuyos pastores no se percataban del tiempo transcurrido desde la última fechoría. El lagarto salía de improviso, sorprendía al pastor y a sus reses, se abalanzaba sobre la más próxima, a la que retenía con su bocaza y, con su ágil y fortísima cola, golpeaba alguna otra a la vez que después devoraba también.
Así estaban las cosas hasta que, un día, un joven pastor cuyo viejo padre, por sus achaques y torpeza, ya no salía con el ganado, y al que la fiera había sorprendido una fría mañana de invierno y le había devorado varios corderuelos, se propuso enfrentarse y matar al insaciable y cruel enemigo. Habló en su casa de lo que iba a hacer. Su padre se opuso; su madre se abrazó a él desconsolada y diciéndole que nadie había podido antes ponerse delante de aquella bestia y seguir vivo, que era el único hijo que tenían, que qué sería de ellos, tan viejos, si él desaparecía, y muchas otras razones. Todas fueron en vano. El muchacho estaba decidido y había preparado, con gran astucia, una trampa en la que esperaba que el monstruo cayera. Al final, dejando a su madre desesperada de dolor y de miedo y al padre con una paralizante duda sobre el éxito de la aventura, nuestro joven héroe se dirigió a las proximidades de la cueva del agua. Hacía varios días que el monstruo no había salido, de modo que su voracidad lo tendría a punto de aparecer.
El pastor había sacrificado una oveja, le había sacado las tripas y, en su lugar, había puesto yesca y pólvora con una mecha; había vuelto a coser el vientre y, con ella a cuestas, a una distancia prudencial, aguardaba pacientemente y no sin cierto miedo, a que el lagarto asomara.
Cuando así lo hizo, nada más aparecer la enorme cabeza por el agujero del algar, nuestro joven dio voces, mostró su oveja en alto y caminó rápidamente hacia las casas. La fiera que lo vio de inmediato se dirigió pesadamente hacia él, tal vez confiada en que su pitanza estaba segura y no tendría escape. Aumentó la velocidad al ver que el muchacho se alejaba y, poco a poco, se le fue acercando. Todas las puertas y ventanas de las calles por las que pasaba estaban cerradas y aseguradas con retrancas. Nadie se atrevía siquiera a mirar por alguna rendija. Lo que esperaban y temían era el golpetazo de las quijadas al cerrarse en torno a la víctima y el pesado arrastre del lagarto de regreso hasta su cueva.
Cuando el pastorcillo observó que la bocaza se abría peligrosamente tras él, aprovechó la ocasión y, tras encender la mecha, le lanzó dentro la oveja muerta. El monstruo cerró brutalmente sus mandíbulas y se tragó el cebo en un santiamén; el tiempo justo que aprovechó el pastor para alejarse nuevamente un trecho y, vuelto hacia la fiera, llamar otra vez su atención. Como la oveja le parecería poca cosa para su comida y allí, a poca distancia, estaba el muchacho, el lagarto continuó su persecución, aunque no iba ya tan rápido como al principio.
Así llegaron junto a la iglesia de San Ildefonso, que por entonces tenía una verja alrededor y, en aquel lugar, con una horrible explosión, reventó el lagarto de la Magdalena, entre la alegría del pastorcillo y de los vecinos que, tímidamente al principio y en oleadas después, tras oír el enorme ruido y las risas y gritos del héroe salvador, fueron apareciendo por el lugar.
Trozos de la durísima piel de aquel monstruo quedaron adheridos a los hierros de la verja y los vecinos recogieron pedacitos de ella que, durante muchos años, guardaron las familias de Jaén como recuerdo del reventón de aquella fiera y de la hazaña de aquel valiente y astuto pastor que los libró de sus fechorías”.
En 2006, José Torres publicó un artículo y con posterioridad un libro, denominado El dragón de Jaén, en el que relaciona la leyenda y la ubicación de determinados templos con la constelación del dragón.
En el año 2011, Lauriño publicaba una obra titulada Jaén de leyenda, y se ocupaba, igualmente, del Lagarto de la Malena. En el año 2014, luego actualizado en 2016, Gilabet Carrillo, analiza la leyenda y añade, la existencia de dos corrientes, que señala ya en tiempos de del Deán Mazas, y contempla la versión del indiano que trajo un caimán, leyenda que considera “marginal y tardía”.
En el año 2020, Rodríguez Arévalo incluyó esta leyenda en su obra Leyendas del Santo Reino de Jaén, recogiendo las tres versiones de Cazabán y añadiendo la cuarta, transmitida al autor, según cuenta, por Miguel Moreno Jara, en la que se alejan de cualquier figura mitológica y define al lagarto como un caimán pequeño traído en 1570 por el giennense Juan López de Andrade desde América, tras haber estado cinco años en América. Como el caimán creció, ante la imposibilidad de mantenerlo, lo soltó en el raudal de la Magdalena; viendo los destrozos que causaba, se ofreció al Ayuntamiento para acabar con él por medio de la piel de un cordero relleno de paja y pólvora. Señala este autor que tras la celebración de la muerte del “lagarto” los vecinos comenzaron a sospechar que su aparición coincidió con su regreso de América, por lo que Juan López de Andrade decidió huir de Jaén y establecerse en Córdoba, desde donde luego se fue a Sevilla.
Esta versión es la que había utilizado un año antes Ceacero Hernández en sus Leyendas de Jaén, aunque introduce una variante; y en vez de colocar la pólvora en la piel de una oveja, la colocó en el interior de unos panes recién sacados del horno, cuyo aroma provocó que el lagarto saliese.
La editorial Susaeta publicó un libro infantil, con textos de Lorena Marín e ilustraciones de Eva María Gey, en el que un niño a través de la lectura del cuento que contiene la leyenda –en su versión del cautivo-, se cree un caballero enfrentándose al dragón e imagina un final distinto, en el que se hace amigo del mismo.
Vitrina 5. El dragón en los textos históricos: la Biblia
La serpiente, convertida en dragón y más tarde reducida en Jaén a un lagarto de gran tamaño, nos hace reflexionar sobre las fuentes que inspiraron en la sociedad medieval giennense la presencia de sierpes y dragones; y una primera constante es la referencia a los textos bíblicos. Aunque algunos autores han remontado la figura del dragón a muchos siglos atrás, y es cierto que el dragón está presente en la cultura española y europea, si pensamos en Jaén y en las representaciones que aparecen en ella -que son tardías, pues no encontramos más antiguas que del siglo XV-, entendemos que hemos de considerarlas e interpretarlas a través del prisma de la iconografía y textos cristianos, al margen de la influencia que estos pudieran haber tenido.
Génesis
En el Génesis, se narra la tentación que hizo el Diablo, transformado a Serpiente: “La serpiente era el más astuto de todos los animales del camp que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: <¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?> Respondió la mujer a la serpiente: <Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de el, ni lo toquéis, so pena de muerte. Replicó la serpiente a la mujer: <De ninguna manera moriréis>. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”.
Y tras haber incitado a Eva del fruto del árbol prohibido, y haberlo conocido Dios, antes de expulsarlos del Paraíso, maldijo a la serpiente:
Por haber hecho esto,
maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo.
Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás
todos los días de tu vida
Enemistad pondré entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y su linaje:
él te pisará la cabeza
mientras acechas tú su calcañar
Daniel y la serpiente
El profeta Daniel, tras haber desenmascarado cómo los sacerdotes de Bel, un ídolo babilónico, se comían la ofrenda que se le hacía al Dios todos los días, acabó con una serpiente que en algunos textos denominan dragón, lo que le valió que los babilonios pidieran al rey que se lo entregara y lo arrojaron a un foso con siete leones.
Apocalipsis: visión de la mujer y el dragón
Pero es en el Apocalípsis donde aparece explícita la lucha de San Miguel y los ángeles contra el dragón:
“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está en cinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo cuando lo diera a luz. La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro, y su hijo fue arrebatado hacia Dios, y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días.
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero, fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él”.
Vitrina 6. Las vidas de santos cristianos y los bestiarios
A partir de esos elementos, la lucha contra el dragón se adapta a la iconografía cristiana de la vida de algunos santos.
Libro de horas con la representación de San Jorge
San Jorge salvó a la hija del rey de Libia, en cuya ciudad Silca, situada cerca de un lago habitaba un dragón que amedrentaba a las gentes, a la vez que despedía un hedor, y que no había podido ser capturado, por lo que los habitantes decidieron alimentarlo ofreciéndole dos ovejas que lanzaban al largo para que las devorase, hasta que se acabaron las ovejas y entonces decidieron que por sorteo los vecinos entregaran a sus propios vecinos, todos incluidos. Así fueron siendo entregados hasta que por sorteo salió la hija del rey que, aunque se resistió, al final, decidió entregarla. Cuando esta se dirigía hacia el lago, apareció San Jorge, quien a pesar de los ruegos de la joven para que abandonara la empresa, pues moriría, se montó en el caballo y lanza en ristre atacó al dragón y lo hirió. A continuación, pidió a la joven que lo atara con un lazo y lo llevó a la ciudad, huyendo sus habitantes despavoridos, aunque San Jorge les tranquilizó y les dijo que lo mataría si se convertían al cristianismo. Una vez bautizados todos, el santo mató al dragón con su espada y lo sacaron de la ciudad cuatro parejas de bueyes.
Libro de horas con la representación de Santa Margarita de Antioquía
Santa Margarita de Antioquía también está relacionada con el dragón, aunque éste no siempre aparece en su iconografía. Se cuenta que fue encarcelada y estando en prisión se la tragó un dragón, pero ella salió de su vientre.
Bestiario
Libro en el que aparece la descripción de figuras mitológicas de la Edad Media
Vitrina 7. La realidad concreta en Jaén
7.1. La iconografía y la heráldica.
En resumen, la imagen del dragón en la ciudad hay que buscarla, por un lado, en la iconografía, muy abundante en determinados, y en la heráldica.
- Escudo del Cabildo de la Catedral de Jaén. En el escudo del Cabildo, se representa a la Virgen con el Niño, sentada en su trono, sobre un dragón que se retuerce hacia atrás y que están sobre las murallas de la ciudad, bien la ciudad de Jaén, bien la de Jerusalén. Esta representación se inspira en los textos bíblicos y en los textos medievales más que en la leyenda de la ciudad. Igual ocurre con los dragones que se pueden ver en algunos templos. El escudo de la Catedral se puede visualizar en esta exposición, en la obra de Ximena Jurado (siglo XVII), en el libro coral cedido por el Cabildo de la Catedral de Jaén para la misma, confeccionado durante el pontificado del obispo Esteban Gabriel Merino, donde se aprecia, dibujado sobre el pergamino, el escudo en su esplendor, y en una representación moderna, realizada en bronce, del escudo actual, cedido por don Francisco Juan Martínez Rojas, Deán de la Catedral de Jaén.
7.2. Los textos literarios. Los Hechos de Miguel Lucas
Inspirada probablemente en esos textos bíblicos y medievales, en los Hechos de Miguel Lucas se cita una representación teatral acaecida durante los grandes festejos celebrados con motivo de sus velaciones con Teresa de Torres, en el año 1461. El martes siguiente después de la velación, pues las fiestas duraron varios días, ocurrió lo siguiente:
“Y pasado este día y lo más de la noche, después de la cena, en la sala de arriba, do la señora condesa estaba en su cámara, estando el señor condestable y los señores obispos y arcediano, su hermano, con todas las otras gentes, que apenas podían caber, una infantería de pajes pequeños vinieron vestidos de jubones de fino brocado, y sobre ellos unas jaquetas cortas muy bien trepadas de paño verde, forradas en fino amarillo, las mangas largas trepadas, con sus capirotes. Los cuales tomaron por invención que era una gente de inota e luenga tierra, la cual venía destrozada e vencida de gente enemiga, e que no solamente les había destruido sus personas e bienes, más los templos de la fe suya, los cuales bienes decían que entendían fallar en estos señores condestable y condesa. E que viniendo cerca de aquella cibdad, en el paso de una deshabitada selva, una muy fiera y fea serpienta los había tragado, e que pedían subsidio para dende salir. A la puerta de una cámara que estaba al otro cabo de la sala, enfrente do estaba la señora condesa, asomó la cabeza de la dicha serpienta, muy grande, fecha de madera pintada, e por su arteficio lanzó por la boca uno a uno los dichos niños, echando grandes llamas de fuego. Y, asimismo, los pajes, como traían las faldas e mangas e capirotes llenas de agua ardiente, salieron ardiendo, que parecía que verdaderamente se quemaban en llamas. Fue cosa, por cierto, que muncho bien pareció.
Vitrina 7. La tarasca en Jaén
Desconocemos el origen de la representación, o si se hizo más veces, pero relata una selva donde una serpienta devoró a unos niños. Más de ciento cincuenta años después, Ximénez Patón, el primer autor conocido que fija la leyenda, habla del tiempo en el que el lugar de la fuente era montuoso, y una monstruosa serpiente “ofendía” a ganados y gente.
Sin duda, contribuyó a ello, además, la presencia de la Tarasca en la procesión del Corpus en la ciudad de Jaén. Durante la misma, el Concejo de Jaén contrataba la presencia de danzantes. En el documento aquí expuesto, el Ayuntamiento, representado por los caballeros veinticuatro Gaspar de Biedma y Pedro de Palma, contrata con José Martínez Dávila la ejecución de cuatro danzas (de sarao, de turcos, de romanos y de galanes) acompañadas por seis diablillos y por la tarasca para el día del Corpus y su octava del año 1627.
La tarasca, que aún se representa en las procesiones del Corpus de algunas ciudades, está inspirada en la figura de Santa Marta.
Santa Marta
Tras la muerte de Jesús, cuenta Santiago de la Vorágine, Marta marchó junto a María Magdalena y San Maximiliano, su hermano Lázaro y otras personas, embarcaron en un barco sin velas y sin remos y navegando a la deriva llegaron a Marsella, y desde allí a Aix, donde predicaron el cristianismo convirtiendo a sus habitantes. En un bosque próximo, había un dragón que atemorizaba a las gentes, con un cuerpo “más grueso que el de un buey y más largo que el de un caballo”. El dragón de Santa Marta lanzaba sus excrementos contra quienes lo acosaban, y estos eran ardientes y abundantes. El dragón que vivía en la selva, también se introducía en el río. Marta, apiadándose del dolor de esas gentes, fue al bosque y con agua bendita y una cruz, y el dragón se amansó, por lo que Marta aprovechó para atarlo con su cíngulo y sacarlo del bosque, donde los hombres de la ciudad la mataron con lanzas. Como las gentes denominaban Tarascón al dragón, en recuerdo de aquella hazaña, cambiaron el nombre de la zona, Nerluc, por el de Tarascón. Las fiestas de Tarascón (en la Provenza francesa están declaradas Patrimonio de la Humanidad).
Para terminar esta primera parte
Si pervivió distorsionada en el tiempo el argumento de la representación teatral ofrecida al Condestable para convertirse en la leyenda del lagarto es algo de lo que aún no tenemos certeza, pero creemos que las imágenes de dragones existentes en la ciudad durante la Edad Media y Moderna pudieran ser fuentes inspiradoras de la misma, aunque no al contrario.
Acábase esta primera parte invitándoles a que, visitada la exposición y antes de salir del edificio, visualicen la que podemos considerar, probablemente, la más variada colección de dragones que actualmente se muestra al público en la ciudad de Jaén y a la vista de todos: ¡recuerden que un dragón es una figura mitológica con .... y son muy abundantes en la iconografía del CLAUSTRO DEL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE JAÉN. ¡Los niños de los colegios de Jaén ya los han descubierto...!
Juan del Arco Moya
Director del Archivo Histórico Provincial de Jaén