

Autoría: Andrea Dugo, Fredrik Erixon, Oscar Guinea
Publica: European Center for International Political Economy ECIPE
Fecha: 2025
El enfoque europeo de la política industrial ha experimentado una transformación drástica en los últimos años, con ayudas estatales que alcanzaron el 1,4% del PIB en 2022 , niveles no vistos desde principios de la década de 1990. Si bien quienes defienden una ayuda estatal sustancial argumentan que esta intervención es necesaria para mantener la competitividad en un mundo donde Estados Unidos y China están implementando estrategias industriales a gran escala, la eficacia de este enfoque sigue siendo cuestionada.
Este artículo examina críticamente la evolución de la política industrial de la UE, comparándola con modelos alternativos adoptados a nivel mundial y en la propia Europa. Si bien las estrategias económicas de la UE desde la década de 1980 se habían centrado principalmente en políticas horizontales como la liberalización del mercado, la aplicación de la normativa de competencia y el apoyo a la Investigación y el Desarrollo (I+D), la evolución reciente ha virado hacia una postura más intervencionista. Este cambio se ha visto impulsado en gran medida por crisis —la crisis financiera de 2008, la pandemia de COVID-19, las tensiones geopolíticas y la transición energética— que han suscitado demandas de una mayor participación del Estado en la definición de los resultados industriales.
Este trabajo demuestra que, si bien la política industrial puede impulsar un buen desarrollo económico, no es determinante del éxito económico. La eficacia de la política industrial depende de su diseño, de su capacidad para evitar distorsiones del mercado y de su capacidad para estimular la inversión genuina del sector privado en lugar de excluirla.
En busca de otras soluciones políticas, este documento contrasta el amplio modelo europeo de política industrial con otros enfoques, en particular los de Estados Unidos, Corea del Sur, Suiza e Irlanda, que ofrecen, en diferentes ámbitos, marcos alternativos para fomentar la competitividad industrial. Estos modelos resultan atractivos porque responden a problemas específicos y crecientes de la economía de la UE que las políticas públicas pueden contribuir a paliar: bajos niveles de inversión, disminución de la inversión extranjera directa (IED) entrante, rezago en la innovación basada en I+D y dificultades para dotar a la industria de capital humano adecuado.