Retablo mayor de la capilla de la Divina Pastora de Cádiz
Información general
Datos históricos
La capilla de la Divina Pastora fue construida a partir de 1735 como sede de la archicofradía del mismo nombre, fundada por el padre capuchino Fray Isidoro de Sevilla. La primera construcción fue pronto sustituida por la actual, fruto de diversas reformas realizadas entre los años 1754 y 1762.
El retablo mayor se extiende por todo el ámbito del presbiterio: fondo, laterales y bóveda de cañón. Fue realizado, según la estética rococó, por Julián Ximénez a partir de 1735 y su imaginería es obra de Benito Hita y Castillo. Consta de banco, primer cuerpo y ático, todo ello abundantemente decorado con rocallas, ángeles y medallones con bustos de santos en alto relieve. En la calle central se abre el camarín, cubierto por cúpula semiesférica sobre pechinas, con la imagen de candelero de la Divina Pastora, obra atribuida a José Montes de Oca que no pertenece en origen al retablo. En las calles laterales se sitúan San José y San Francisco de Paula, y en el ático el Arcángel San Miguel flanqueado por San Antonio y San Bernardino. El conjunto lo preside el Padre Eterno. En los muros laterales se disponen sendas tribunas con hornacinas que contienen las imágenes de San Servando y San Germán. Sobre las pilastras exteriores se colocan las de San Pedro y San Pablo.
En total, el conjunto escultórico que ornamenta este retablo está compuesto por diez esculturas exentas y siete relieves atribuidos a Benito Hita y Castillo, escultor que decora habitualmente los trabajos de talla de Ximénez.
Estado previo
La existencia de una antigua grieta situada en la cubierta ocasionó filtraciones de agua y el posterior desprendimiento de parte de la misma sobre la bóveda del retablo, provocando alabeos, grandes grietas y vencimientos en la estructura arquitectónica. Años atrás esta situación determinó la colocación de una red protectora a la altura del ático con el fin de evitar daños por la caída de piezas.
La madera del retablo presentaba disgregación y grandes pérdidas de volumen, por la pudrición y el fuerte ataque de insectos xilófagos. Las molduras estaban desprendidas y las colas orgánicas habían perdido adherencia. Los tacos de anclaje estaban abiertos y agrietados por el aumento de volumen de los clavos oxidados.
En los dorados y policromía se observaba disgregación, pulverulencia y pérdida de adherencia entre las capas. Se habían formado lascas y se habían desprendido los entelados y empapelados de las uniones. La superficie mostraba una gran acumulación de suciedad.
Descripción de la intervención
Debido a su mal estado, se protegió toda la estructura con toldos y se realizó una primera fijación y asentado de dorados y policromía. A continuación se desmontó la parte abovedada del retablo. Posteriormente se efectuaron las operaciones habituales de limpieza, de desinsectación y de consolidación de la madera. Se reforzaron las uniones de las piezas, de los paneles y de las grietas, y se sustituyeron los barrotes de refuerzo por otros nuevos. Se cohesionaron las pulverulencias y se fijaron y asentaron los dorados y policromías de forma más exhaustiva.
En esta fase de los trabajos se ejecutaron las obras de reparación de la cubierta, que consistieron en la demolición de las capas y posterior formación de una bóveda de hormigón armado. Previamente hubo que proteger el ático del retablo formando un cierre con tableros de aglomerado.
En el montaje se mantuvo el sistema de anclaje original, aunque se sustituyeron los tacos de madera por anclajes mecánicos de rosca y expansión interior de acero inoxidable, y los clavos de forja por varilla roscada del mismo material. Debido al tamaño de las piezas de la bóveda y a la necesidad de replanteo de las mismas para la instalación de los anclajes, se utilizó un sistema de cimbras regulables telescópicas. Con el fin de dar continuidad a la estructura de rastreles de la bóveda de madera se instalaron prolongaciones de unión en la clave.