Cristo atado a la columna. Iglesia de Santa Ana. Archidona, Málaga
Información general
Atribuido a Pablo de Rojas
La información sobre esta intervención está extraída de los informes de ejecución
Aguilar García, M.D.: "Las cofradías de la provincia: Archidona", La Saeta, n.º 99, Málaga, 1986, pp. 43-51; Muñoz Nuevo, J.: "Introducción al patrimonio artístico de nuestras cofradías", Los Campanilleros, Archidona, 1994, pp. 50-62
Datos históricos
La Archicofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Sepulcro, a la que pertenece este Cristo atado a la Columna, es la decana de las hermandades de Archidona. Está documentada desde 1531, aunque originalmente era llamada “de la Madre de Dios, Soledad y Ánimas del Purgatorio”. El Cristo se veneraba en la ermita de Madre de Dios y Santo Cristo de la Columna hasta que a consecuencia de la Desamortización pasó a la parroquia de Santa Ana, con las demás imágenes de la hermandad. Dejó de salir en procesión entre 1930 y 1987.
Su iconografía sigue el modelo suministrado por Siloé a la escuela granadina: las manos atadas a una columna baja y el cuerpo en sereno contrapposto. Estilísticamente se relaciona con Pablo de Rojas.
Las profundas heridas que el Cristo presenta en la espalda pudieron haberse tallado a principios del XVIII, durante el tiempo en que aparece documentada en la cofradía la institución de los “Hermanos de Azote”, es decir, disciplinantes. Quizá coincidiendo con aquella intervención, se volvió a policromar la imagen, se le amputó parte de la talla del pelo para adaptarle una peluca y se le colocaron ojos de vidrio y pestañas postizas. En 1790 volvió a ser encarnada, según consta en los libros de cuentas, por Juan González Ladrón de Guevara. El cordón y las potencias de plata se documentan a mediados del siglo XIX y la peana es posterior a 1870, fecha de unas monedas encontradas al desmontarla. Los dos ángeles situados a los pies de Cristo se han datado en el siglo XIX. Finalmente, la columna podría ser de fines del XVIII o principios del XIX, aunque hay constancia de que se realizó una en plata en 1709 y otra en 1899.
Estado previo
Los ensambles de las distintas piezas de madera que conforman la talla se conservaban en buen estado. Solo llamaban la atención dos dedos de la mano izquierda que, desprendidos en algún momento, habían sido vueltos a encolar y colocar con poco acierto. Como únicas faltas se observaban la parte delantera de la talla del pelo, una falange y pequeños fragmentos de los pliegues del sudario. En el pelo aparecían antiguos orificios realizados para recibir ornamentos y otros producidos por xilófagos de la especie Hylotrupes bajulus, aunque con una incidencia pequeña. En el contorno de la mascarilla se apreciaban pequeños astillados producidos al colocar los ojos de vidrio. La unión a la peana se efectuaba únicamente por medio de dos tornillos colocados a fines del XIX que eran claramente insuficientes y daban lugar a movimientos preocupantes de la imagen.
En la encarnación se distinguían tres capas pertenecientes a distintas épocas. La inferior, muy delgada y de tono verdoso; la intermedia, más oscura y pardusca; y la tercera, en superficie, más clara y rosácea. Esta última no llegaba a cubrir algunas zonas de la imagen, como los interiores de los brazos y espalda. Se advertían pérdidas por golpes y rozaduras producidas por el cordón de plata con el que procesiona la imagen, así como abundantes repintes, sobre todo en el rostro, manos y pies.
En el sudario también se superponían distintas policromías. La inferior, con estofados, solo asomaba en algunas zonas en que se habían desprendido las capas superpuestas. La policromía exterior era blanca con pequeñas flores y flecos pintados con purpurina.
Los ángeles de la base presentaban pequeñas mutilaciones en las extremidades. Estaban fijados con un clavo a una pieza de madera torneada y pintada con purpurina, que a su vez se anclaba en la peana mediante una varilla metálica. Las alas habían sido repintadas con varias capas de purpurina.
Descripción de la intervención
Todos los estratos pictóricos se fijaron y asentaron con coleta y, en algunas zonas (pelo, peana, columna y angelitos), con resina acrílica. El tratamiento insecticida y consolidante se realizó, de forma conjunta, mediante inyecciones e impregnación. Para las reintegraciones volumétricas, de escasa entidad, se usó pasta de madera. De esta forma se reconstruyó la zona frontal del cabello de la imagen.
En la base se desenroscaron los pernos de sujeción. Se pudo comprobar que las colas utilizadas estaban totalmente cristalizadas, al igual que el material empleado como carga o relleno. Estos restos fueron eliminados mecánicamente, en algún caso reblandeciendo con cola. Posteriormente volvieron a unirse las dos piezas con pasta de madera, ya que existían irregularidades entre ellas. Se colocaron los pernos, previamente tratados con barniz antioxidante y aislante, y a continuación se fortalecieron las uniones con cinco espigas de haya inclinadas y entrecruzadas.
Los dedos mal montados fueron nuevamente ajustados y ensamblados. Se retiraron las pestañas postizas, ya que se resentía mucho la expresividad del rostro, originalmente concebido sin ellas, y se desecharon las piezas torneadas sobre las que se habían dispuesto los angelitos.
En las encarnaciones se limpió la suciedad superficial y se eliminaron los repintes con disolventes. Algunos de ellos ocultaban desperfectos que en un principio no eran muy visibles, particularmente en los dedos y empeines de los pies. Para levantar los repintes del sudario y la capa de pintura sintética que cubría la columna se utilizó solo el bisturí, hasta dejar a la vista la policromía inferior.
La reintegración cromática se hizo con pequeños toques de témpera y ajustes con acuarela. En las lagunas mayores se utilizó un pequeño rayado o punteado. Posteriormente se afinaron algunos tonos con pigmentos al barniz. Se barnizó la obra con una aplicación a brocha y dos pulverizaciones.