Desde la Consejería de Igualdad del Gobierno de Andalucía y la AACID nos sumamos al día internacional en apoyo a las víctimas de la tortura, con el compromiso de seguir trabajando por un mundo mejor que termine con estas prácticas

26 de Junio – Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura
“Bajo ninguna circunstancia se debe permitir que los crímenes de los torturadores queden impunes y se deben desmantelar y transformar los sistemas que permiten la tortura”.
António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas
En el año 1764 el jurista italiano Cesare Beccaria publicó en Milán “De los delitos y las penas”, un influyente ensayo que incidió decisivamente en la humanización del Derecho Penal. En el Derecho de la época, la tortura era utilizada como método para obtener la confesión del crimen, resolver las contradicciones de la declaración, facilitar el descubrimiento de cómplices, purgar la infamia y revelar la comisión de otros crímenes por los que el imputado no estuviera acusado. Finalmente, era usada como forma de escarmiento antes de la ejecución del condenado.
El 26 de junio de 1987 entró en vigencia la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. La Convención define la tortura de forma mucho más amplia que la noción tradicional centrada en el dolor y sufrimiento infligidos a una persona bajo custodia del Estado.
Así, señala que “se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia“. España ratificó la Convención el 9 de noviembre de 1987.
Han pasado más de 250 años desde la publicación del libro de Beccaria y más de 40 desde la entrada en vigor de la Convención. Sin embargo, la tortura lejos de ser una práctica medieval ya erradicada, sigue siendo una realidad presente en muchos países del mundo.
Amnistía Internacional durante los últimos cinco años, ha informado sobre actos de tortura en 141 países. Como señala las Naciones Unidas :”no hay ningún lugar donde las personas estén totalmente a salvo del riesgo de sufrir tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ya sea directamente, a manos de funcionarios, o por complicidad, inacción o deficiencias oficiales”.
Según Amnistía Internacional, cualquier persona que se encuentre bajo custodia corre peligro de ser torturada si bien algunas personas corren más riesgos que otras. “Como ocurre con todos los abusos contra los derechos humanos, si eres pobre o perteneces a un grupo sometido a discriminación, tienes más posibilidades de sufrir torturas y menos recursos para defenderte. También los niños, las niñas, las minorías étnicas o religiosas y las personas que pertenecen a grupos de oposición política están en riesgo de sufrir tortura. Las mujeres son con frecuencia víctimas de tortura sexual a manos de agentes del Estado. La violencia sexual es una forma de tortura utilizada como arma de guerra por todas las partes en los conflictos. La vulneración de los derechos sexuales y reproductivos puede constituir tortura, como la esterilización forzada o la negación del acceso al aborto legal y seguro en determinados casos”. El Comité contra la Tortura de la ONU también se ha posicionado contra la mutilación genital femenina y ha exigido a los Estados que tomen las medidas necesarias para erradicarla.
A modo de ejemplo, en un Informe de Amnistía Internacional de 2016 se analizan las historias de 100 mujeres que denunciaron tortura y otras formas de violencia durante su arresto e interrogatorio a manos de la policía y las fuerzas armadas: “palizas brutales, amenazas de violación a las mujeres y a sus familias, semiasfixia, descargas eléctricas en los genitales, manoseo de pechos y pellizcos en los pezones; violación con objetos, dedos, armas de fuego y penes: estas no son más que algunas de las formas de violencia infligidas a las mujeres, en muchos casos con la intención de hacerles “confesar” delitos graves”.
El III Plan Andaluz de Cooperación para el Desarrollo (2020-20223) se alinea con la senda marcada por la Agenda 2030 como un compromiso global a largo plazo para el desarrollo humano sostenible en el que la promoción de los derechos humanos, de sociedades pacíficas e inclusivas y los valores democráticos constituyen un eje fundamental. Desde sus diferentes ámbitos, la cooperación internacional para el desarrollo tiene como objetivo hacer efectivos los derechos humanos de todas las personas diferentes lugares del planeta, a través de la promoción de proyectos destinados a generar procesos de desarrollo en el medio y largo plazo, de la respuesta a crisis crónicas, olvidadas y emergencias humanitarias, de actuaciones de educación para la ciudadanía global, de formación y de investigación.
Desde la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía y desde la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, nos sumamos al Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura, con el compromiso de seguir trabajando por un mundo mejor que termine con estas prácticas.
No hay ninguna razón, por supuesto, no la razón de Estado, que sigue utilizándose como coartada, que justifique estas prácticas. La tortura es cruel, ineficaz, inútil como medio en la búsqueda de la verdad. Sobre todo es un atentado contra la dignidad humana que degrada tanto a la víctima como al verdugo y que destruye nuestra propia humanidad.
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