Constituida la comisión de seguimiento para la restauración de trece thangkas tibetanos de la Fundación Rodríguez-Acosta
El director general de Patrimonio Histórico y Documental, Miguel Ángel Araúz, ha visitado esta mañana el IAPH para asistir a la constitución de la comisión de seguimiento para la restauración de 13 thangkas tibetanos de la Fundación Rodríguez-Acosta, con sede en Granada. Las piezas se depositaron en los talleres del Instituto el pasado 20 de diciembre para la redacción del proyecto de conservación y su intervención. De esta piezas para estudiar once están pintadas, mientras que dos de ellas son bordadas.
Thangka, «templo ambulante» de los tibetanos
Un thangka es una tela tejida en algodón (en algún caso se utiliza en su lugar papel de arroz u otra matriz), pintada preferentemente con pinturas gouache y/o bordada. Morfológicamente son rectangulares, con dimensiones promedias entre el metro/metro y medio de longitud y menos de un metro de anchura.
El significado de la locución ‘thangkas’ ha sido interpretado como ‘mensaje grabado’ (también se ha traducido como ‘pintura plana’ y ‘puerta’, ambas en clara alusión a su realidad física y geometría, respectivamente).
El porqué de su forma y material soporte obedece a una causa funcional: pesan poco y se enrollan fácilmente, de manera que los monjes podían trasladarlos sin problema a través de la desafiante geografía tibetana, llegando así hasta todas las poblaciones y monasterios. De hecho, era frecuente que, de manera itinerante, se expusieran en los zonas centrales de cada aldea, donde confluían sus habitantes para escuchar las “clases” impartidas usando a los thangkas para ilustrar las lecciones: con ello se facilitaba cómo visualizar las deidades y a conocer sus historias correspondientes. Este cometido, aun a día de hoy, lo siguen cumpliendo, gracias a que cada detalle del dibujo tiene un profundo significado, inmutable a lo largo del tiempo.
Por otro lado, las escenas que componen sus representaciones, generalmente de contenido amable y tranquilo, sirven, no solo desde un punto de vista docente, sino también para afianzar la concentración y relajación durante el estado de meditación.
Partiendo de la base de que el arte tibetano es, en todo caso, de carácter religioso (budista concretamente), todas las obras artísticas -y como tal se entienden los thangkas- cumplen función ritual y a veces litúrgica. Las representaciones más abundantes corresponden a Buda y los bodhisattvas (sus discípulos y seguidores), así como a mandalas.
Además, aun no siendo el budismo de carácter teísta, en muchas ocasiones se plasman diferentes entidades divinas extraídas de su rico panteón que, en realidad, materializan los diversificados principios y textos de ideario que conforman sus enseñanzas.
Hay que tener en cuenta que, en el Tíbet, los thangkas cristalizaron como una elaborada fórmula de expresión, a través de la cual se podían explicar sus doctrinas filosóficas, además de mantener el fuerte componente simbólico.
Por otra parte, la aplicación en los mismos de fuertes criterios de carácter estético, ayuda en el desempeño de su función, ya que la belleza formal induce al que la contempla a elevarse por encima de los aspectos materiales, es decir, a lograr la trascendencia espiritual, alcanzando la obra de arte, por ende, el rango de ofrenda.
Proyecto de conservación
El proyecto de conservación es un documento que planifica todas las actuaciones científico-técnicas de restauración necesarias para su posterior ejecución operativa, definiendo su alcance temporal, espacial y secuencial, especificando la metodología y los criterios de aplicación.
Las piezas que se están examinando presentan una morfología similar, un marco textil que rodea escenas que representan las teorías budistas.
Los marcos textiles utilizan una gran diversidad de tejidos, que van desde los tafetanes, sargas, rasos y tejidos complejos labrados y con decoraciones principalmente de tipo vegetal. En algunos se pueden apreciar unos ribetes que también pueden ser lisos o labrados, próximos a la imagen central.
El reverso de las piezas se protege con tejidos principalmente de lino. Se emplean bien a modo de marco rodeando y dejando libre la parte de la pintura, o con tejidos completos cubriendo la totalidad de la pieza. Tan sólo en el caso de una de las piezas, figura un cartón fino correspondiente al enmarcaje de la pieza.
Las piezas presentan intervenciones anteriores como aplicación de nuevos tejidos en los marcos que rodean la pintura, aplicación de parches de nuevas telas, o de zurcidos, o cosidos. Estos últimos se emplearon para afianzar zonas con peligro de desprendimiento, para reforzar y marcar las zonas de las vainas, así como para la sujeción de los elementos empleados para su exposición y exhibición.
Cada una de los thangkas presenta una serie de alteraciones que afectan tanto a la pintura como a los tejidos en general, aunque en cada pieza el estado de conservación es variable. Las alteraciones más habituales son lagunas y pérdidas de material, roturas, deformaciones, arrugas o abolsamientos, alteración cromática, ataque microbiológico, manchas de humedad y otras de diversa procedencia, disgregación de las fibras, resecamiento y suciedad.
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