Más allá del calor: prevención del estrés térmico en el entorno laboral [LAGEPYME]

El aumento de las temperaturas derivado del cambio climático ha dejado de ser una preocupación a largo plazo para convertirse en un riesgo inmediato en muchos entornos laborales. El estrés térmico por calor ya no es un fenómeno exclusivo de actividades al aire libre en verano: se ha convertido en una amenaza silenciosa también en entornos cerrados con ventilación insuficiente, maquinaria que irradia calor o cargas físicas elevadas.
¿Qué es el estrés térmico?
El estrés térmico se produce cuando la carga de calor acumulada en el cuerpo supera su capacidad de disipación. Este desequilibrio puede desencadenar efectos fisiológicos que van desde calambres y síncopes hasta el temido golpe de calor, un episodio que puede resultar fatal si no se actúa con rapidez. A partir de los 40,5 °C de temperatura corporal, los sistemas de termorregulación colapsan y el riesgo de daño orgánico grave aumenta de forma exponencial.
Factores de riesgo clave
Los principales factores que contribuyen al riesgo de estrés térmico pueden clasificarse en tres grandes bloques:
- Ambientales: temperatura del aire, humedad relativa, radiación solar o artificial, y velocidad del aire.
- Laborales: intensidad física de la tarea, duración de la exposición, vestimenta y equipos de protección.
- Personales: edad, salud, hidratación, aclimatación, consumo de ciertos medicamentos y condición física.
Una combinación de temperatura elevada, esfuerzo físico y ropa poco transpirable puede desencadenar rápidamente una sobrecarga térmica, especialmente en personas no aclimatadas.
Estrategias de prevención eficaces
La prevención debe comenzar en la fase de evaluación de riesgos, identificando tareas críticas y estableciendo medidas que actúen tanto sobre el entorno como sobre la organización del trabajo. Algunas acciones clave incluyen:
- Medidas técnicas: sistemas de ventilación adecuados, sombreado de áreas exteriores, aislamiento térmico de fuentes de calor, mejora del acondicionamiento en zonas de descanso.
- Medidas organizativas: adaptar horarios para evitar las horas de mayor insolación, establecer pausas frecuentes en zonas frescas, garantizar una hidratación continua y fomentar la aclimatación progresiva en nuevas incorporaciones o tras periodos de ausencia.
- Formación y sensibilización: informar sobre los síntomas tempranos del golpe de calor y entrenar a las personas trabajadoras en primeros auxilios específicos.
En entornos como la construcción o la agricultura, donde la exposición directa es inevitable, la legislación laboral ya contempla la necesidad de adaptar condiciones ante avisos meteorológicos adversos. La planificación, en estos casos, se convierte en una herramienta clave de supervivencia.
Responsabilidades compartidas
La empresa debe integrar el riesgo térmico en su política preventiva, incluyendo una vigilancia específica de la salud y el diseño de planes de actuación. Pero también es responsabilidad del trabajador seguir las instrucciones de seguridad, mantener hábitos adecuados de hidratación y protección, y notificar cualquier síntoma de malestar.
El estrés térmico es un riesgo real y creciente. Ignorarlo puede tener consecuencias graves, pero gestionarlo de forma eficaz contribuye no solo a proteger la salud, sino también a mejorar el rendimiento y el clima laboral. Apostar por la prevención frente al calor no es una opción, es una necesidad.
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