[LAOGEN] LAOGEN invitada al Congreso Internacional de Agroseguridad, al debate sobre Balance e Integración de la Perspectiva de Género en el Sector
El 22 y 23 de Mayo se ha celebrado en Jaén el Congreso Internacional de Agroseguridad, con el objetivo de dar respuesta a las carencias y retos existentes en el tratamiento de la seguridad y salud laboral, agroalimentaria y medioambiental en el sector de la agricultura e industria asociada al olivar. Una de las mesas del Congreso ha abordado el tema del Balance e Integración de la Perspectiva de Género en el Sector, en el que ha participado la profesora Lourdes Munduate, directora de LAOGEN, y catedrática de Psicología Social de las Organizaciones de la Universidad de Sevilla.
La profesora Munduate ha abordado los factores de riesgo de padecer estrés y un deterioro de la salud mental en el sector agrícola, como los estragos del cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos (sequía), la incertidumbre relacionada con la fluctuación de los precios de mercado, las complejidades de la sucesión de las explotaciones y las cargas que supone el cumplimiento de la normativa, la evolución de las políticas agracias a escala de la UE, la incertidumbre del contexto social y político (la guerra en Ucrania, Gaza…), la presión del ámbito digital y las redes sociales, así como la sensación de soledad, el aumento del aislamiento espacial y ocupacional, y la falta de apoyo de servicios de salud mental, que se producen especialmente en las zonas rurales como en la agricultura. La Comisión Europea se encuentra muy sensibilizada con estos factores de riesgo, y desde diversos marcos estratégicos y normativos se ha abordado la situación, así como la financiación de proyectos de investigación coordinados, para establecer una hoja de ruta en el sector agrícola para promover el bienestar mental, físico y social.
Así, la Estrategia Europea de salud mental, propone, dentro de su iniciativa 14, la “Campaña EU-OSHA. Lugares de Trabajo Saludables en toda la UE sobre riesgos psicosociales y salud mental en el trabajo” (2026-2027-2028), que «Las personas que viven en zonas rurales o remotas, como los agricultores, tienen problemas específicos de salud mental relacionados con el riesgo de desconexión y la falta de acceso a los servicios de salud mental. Las tasas de suicidio entre los agricultores son un 20 % superiores a la media nacional en algunos Estados miembros, por lo que se les ofrecerá apoyo para reforzar su capacidad de resiliencia». A su vez, el Proyecto Europeo “Safe-Habitus”, en el seminario organizado en Enero del 2024 en al Parlamento Europeo, indica que “… La agricultura es uno de los trabajos más peligrosos de Europa. En la agricultura, las muertes son un 233 % más y los accidentes un 18 % más que en otras industrias.(…) estas cifras alarmantes subestiman la magnitud del problema, ya que muchas muertes, lesiones y casos de mala salud en el lugar de trabajo no se denuncian ni se investigan”. En la misma dirección, desde el Proyecto europeo “Farmwell”: “Se anima a los Estados miembros a concienciar sobre los problemas de salud mental de las personas agricultoras y las poblaciones de las zonas rurales, llamando al apoyo de la política agrícola común (y su importante nueva condicionalidad social). Con ello se quiere desarrollar e implementar políticas y mejores prácticas para ayudar a centrarse en la prevención y fortalecer la resiliencia de los trabajadores (…) de la agricultura”.
Considerando todos estos avances en la hoja de ruta para promover la prevención de riesgos psicosociales en el sector agrícola, la profesora Munduate ha continuado analizando desde la perspectiva de género, primero, la necesidad de un mayor conocimiento de los riesgos psicosociales en dicho sector, y clarificando algunos conceptos básicos de salud mental, como las diferencias entre tensión psicológica, burnout, ansiedad, depresión, consumo de substancias y suicidio, con el objetivo de promover su detección e intervención primaria, secundaria y terciaria. Se ha presentado también el modelo del continuun de salud mental, que va desde a) un polo negativo relativo a la enfermedad y los trastornos mentales (zona de riesgo), que se manifiesta por un mayor absentismo y presentismo, incremento de la rotación, empeoramiento de la salud física y reducción del interés por el trabajo, b) una zona más neutra, que se caracteriza por atender las demandas y exigencias del trabajo, pero con ausencia de satisfacción y bienestar, y c) un polo positivo de salud mental y bienestar (zona de confort), caracterizado por un incremento de la satisfacción laboral, percepción de seguridad en el trabajo, incremento del desempeño en el trabajo, mayor compromiso organizacional y mejora de los indicadores de salud física. Este polo positivo lleva aparejada la idea del optimismo como un modo adaptativo de interpretar la realidad, tanto presente como futura. Por tanto, promover la salud mental implica también, desde esta dimensión positiva, proveer de recursos para afrontar diversidades. Estos recursos enlazan con la resiliencia, las emociones y el estado de ánimo positivo, y van más allá de resistir psicológicamente en momentos difíciles, sino que tratan de ser capaces de crecer con el trauma y las dificultades. El reto consiste en abordar estas dos dimensiones de la salud mental, una más relacionada con la prevención de la enfermedad y el trastorno mental (polo negativo), y otra mas relacionada con el desarrollo del potencial personal (polo positivo). Esta dimensión y polo positivo, enlaza con la definición de la salud mental y el bienestar de la OMS y del Comunicado sobre la Salud Mental en Europea, donde se considera que la salud mental es una parte integral de la salud, y consiste en un estado de bienestar en el que los individuos son conscientes de sus propias capacidades y pueden afrontar las tensiones de la vida y contribuir a la vida comunitaria. Se considera, a su vez, que la salud mental es una condición previa para una economía productiva y una sociedad inclusiva. Efectivamente, la profesora Munduate ha apuntado que el deterioro de la salud mental y de los recursos para superar las dificultades resultan diferenciales dependiendo de la edad, el género, el estatus socioeconómico, o la diversidad funcional, por ejemplo. Por tanto, las intervenciones y actuaciones para promover la salud, la seguridad y el bienestar en el trabajo, no pueden abordarse con un enfoque neutral, ni en su diseño ni en su implementación, sino considerando la perspectiva de la diversidad y la inclusión, desde lo que conocemos como modelo DEI (diversidad, equidad e inclusión).
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